domingo, 6 de septiembre de 2020

treinta y tres bares de de jürgen schadeberg en valencia


Ir de bares ha sido uno de los placeres prohibidos durante las semanas de confinamiento que más se ha hechado en falta. Esos espacios comunes donde la gente comparte soledades y compañías, algarabías y raros silencios desempeñan una función clave. Desde tiempos remotos han sido centros de encuentros e intercambios: intrigas y conspiraciones políticas, tertulias literarias, citas románticas, entrevistas clandestinas y hasta peleas multitudinarias.



A lo largo de varias décadas, Schadeberg ha plasmado el ambiente relajado y bullicioso de todo tipo de bares, desde el típico pub de aire irlandés a la tasca española con zócalo de azulejos y viejecitas vestidas totalmente de negro. Desde obreros reposando ante su jarra a grupos de la jet en Cannes celebrando un festín.

Ahora, la Galería Railowsky, de Valencia, le brinda un homenaje con ‘Happy Hour’, un viaje por medio mundo a través de las rotundas imágenes del fotografo alemán, afincado en la provincia. Son 33 imágenes que plasman estos enclaves de ocio a lo largo de medio siglo y medio mundo –de 1961 al 2006–, en sitios tan dispares como Nueva York, Torremolinos, Málaga, Mijas, Cannes, París y ciudades de Sudáfrica, en excelentes copias positivadas en su laboratorio personal en el proceso de gelatina de plata sobre papel baritado, todas ellas en blanco y negro. Es la última exposición en vida del fotógrafo alemán, la primera inauguración fue el 16 de julio, fallecido el pasado 29 de agosto a los 89 años.

Nacido en 1931, Jürgen Schadeberg bien podría definirse como ‘Hijo del siglo XX’, testigo de excepción de acontecimientos históricos decisivos, desde la Segunda Guerra Mundial al nombramiento de Mandela como primer presidente negro de Sudáfrica. Durante su infancia sufrió el constante estallido de las bombas en Berlín. Carreras a los refugios, incendios, cadáveres, sirenas de las ambulancias, muerte, destrucción y hambre. Tras la guerra, Jürgen trabajó como aprendiz para una agencia de prensa alemana de Hamburgo durante su adolescencia y, con 19 años, viajó a Johannesburgo, donde se había instalado su madre después de casarse con un británico. Tras algunos trabajos precarios se sumó al equipo de la mítica revista Drum, dedicada a la comunidad de color centrada en música y espectáculos, y con la cámara colgada del cuello asistió en primera línea a la lucha contra el apartheid. En 1951, en una asamblea del CNA, retrató por primera vez a Nelson Mandela, «un tipo alto, carismático, que transmitía mucha confianza en sí mismo», describe en sus memorias. En 2007, Schadeberg y su esposa Claudia abandonaron Sudáfrica y se instalaron primero en Normandía y luego en Berlín. En 2013 se afincaron en La Drova, un caserío cercano a Barx, pequeño pueblo de La Safor, donde una comunidad cosmopolita convive en armonía con los naturales de allí. Al año siguiente recibió un doble reconocimiento por su trayectoria: la Universitat Politécnica de València lo nombró doctor honoris causa y el prestigioso Institute of Contemporary Photography de Nueva York le otorgó un galardón por el conjunto de su obra.

"Yo le quería mucho, pero era un sentimiento generalizado. Era una persona que transmitía cariño, por lo generoso que era y por su profundo compromiso con los más débiles", comenta Juan Pedro Font de Mora, de la Librería Railowsky, que se despide con tristeza y admiración de este "excepcional fotógrafo" que dedicó su vida a inmortalizar la luz.

Happy Hour’, de Jürgen Schadeberg. Galería Railowky. Grabador Esteve 34, Valéncia. Del domingo 30 de agosto al 30 de septiembre de 2020.

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