viernes, 14 de febrero de 2014

salimos de la negra cúpula de el cairo



Por la mañana se empeñan en querer cobrarnos miles de impuestos sobre la cifra acordada, a lo que me niego totalmente. Pillamos una furgoneta con la batería jodida y un fuerte olor a gasolina y vamos al ahora barrio y que fuera ciudad de Heliópolis, construída en el desierto a principios del XX por el barón Empain, para convertirla en residencia de ricos, con los últimos adelantos de la época. Vemos la basílica y el Palacio Empain, de corte hindú, una extravagancia de hormigón de aspecto terroso con aire fantasmal.

Después viene el aeropuerto y todos sus líos. Facturamos las maletas y nos metemos al avión. Con el cambio de presión, la tinta se desparrama y lo emborrona todo. Abandonamos la cúpula negra donde se sumerge El Cairo, donde apenas se perfilan edificios grises y su límite azul más oscuro que el cielo.
Leo Le Progrès Egyptien, donde la cadena Sol pone un anuncio dando la bienvenida a Aznar, Assnar dicen como si rebuznara nuestro primer ministro. Comemos carne de geriátrico y una tarta pesadísima que solo entra con agua. La gente anda revuelta por los pasillos, con ganas de llegar. Yo saco los papelajos y el pegamento y me pongo a rellenar las últimas páginas.

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