miércoles, 12 de febrero de 2014

supervivientes


"Un hombre afirma haber sobrevivido 16 meses a la deriva en el Pacífico" fue el titular escéptico de los periódicos del último día de enero, cuando llegó la noticia de la aparición de José Iván, demacrado, con el pelo largo y barba, casi quemado por el sol y con unos calzoncillos como vestimenta, al atolón de Ébano, de las Islas Marshall. Apenas podía andar.

Contó que había sobrevivido trece meses a la deriva a base de pescado crudo, aves y tortugas que cogía con sus manos, y que bebió agua de lluvia, sangre cuando no la hubo y su propio orín. Un estudiante noruego de antropología en el lugar, Ola Fjestad, apoyó la historia describiendo su barco de siete metros totalmente magullado y lleno de conchas de tortugas, restos de peces y una tortuga muerta. ¡Ah! y un pájaro vivo.

El náufrago resultó ser José Salvador Alvarenga, de treinta y siete años, que trabajaba en un pueblo de pescadores en la costa pacífica del estado de Chiapas en el sur de México, donde se embarcó para pescar tiburones junto a un compañero que no robrevivióUn hombre con su apodo, Cirilo, había sido registrado como desaparecido por los funcionarios de la defensa civil en ese país después de un pequeño barco de pesca desapareció sin dejar rastro durante el mal tiempo, el 17 de noviembre de 2012. Su familia lo reconoció cuando lo vio en el video publicado en la prensa digital, a pesar de ese largo pelo y las barbas.


Después de casi dos semanas de chequeos médicos en las Marshall, Honolulú y Los Ángeles, conferencias de prensa y saludos de los políticos, entre ellos el presidente de las islas, ha llegado de vuelta a su país natal, donde lo esperaban una multitud de medios, una hija y una madre que habían pensado que estaba muerto, y que tuvieron que esperar a que acabaran los periodistas. Su padre dijo que el mar era lo suyo, su madre que su hijo siempre tenía una fuerza inusual y capacidad de recuperación y su hija de catorce años, que no recordaba haberlo visto nunca pues se fue a México (para poder darles de comer) cuando ella tenía un año, hizo un arco de palmas y un cartel donde escribió biembenido a casa.

Quiero estar a solas con mi familia. Ellos me deben dar tiempo para hablar después de que me he recuperado, porque en este momento estoy en condiciones de explicar nada", dijo Alvarenga desde su cama de hospital ante el interrogatorio de la prensa. "Eso es lo que yo les pido, que me dejen en paz hasta que me recupere, que no molesten a mi familia, así puedo estar bien. Nada más que eso.

Fuente: theguardian.com

En 2016, Salvador Alverenga publica un libro a partir de su experiencia como naúfrago.

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