Los neoyorquinos no son muy agradables con los demás y estamos constantemente en el espacio privado de las personas, sobre todo en el metro. Creo que es importante tener algún tipo de comunidad, dice Betina Banayan, artista de performance de Nueva York, mientras se pone a repartir trozos de pastel entre los sorprendidos neoyorquinos. De golpe, los fríos vagones del metro se convierten en un lugar donde la gente se habla. La vida se hace más dulce.
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