jueves, 16 de febrero de 2012

trujillo




Pizarro, las Torres grita hoy desde la combi. Apretaditos, apretaditos dice y nos mete a veinte. Enseguida llegamos a Francisco Pizarro, la peatonal de Trujillo donde está el comercio. Preciosos establecimientos con mobiliario de los cincuenta: joyerías, dulcerías, cafés, alguna tienda de telas y, por fin, la Librería Peruana, digna de ser fotografiada para Mariano y que homenajea a César Vallejo. En el último tramo espantosos bingos y casinos.
Paramos en el Café Oviedo, ciudad natal del dueño, muy agradable y con fotos de Santa María del Naranco y San Miguel de Lillo decorando un rico café espumoso. Al lado está el Restaurante Asturias, donde me tomé mi primer Pisco Sour.
La calle es bonita, como todas las céntricas, con casas coloniales de vivos colores y grandes patios, y otras modernistas neo-incas, como la que alberga al Café Rosado, digno de visitar. Excepto en Portugal, no he visto nunca tantos cafés juntos donde me apetece estar.
El sol apreta tan furioso que la gente camina en fila india por el trocito de sombra. Nosotros nos refugiamos en el patio del Hostal Conde de Arce, el nuestro, que tiene jardín y corre el aire. Allí dibujo con la niña mimada de la casa y su perrito Tomy. Luego buscamos jugos frescos y marcianos de lúcula, a los que me he hecho adicto, son como coyotes, una gozada.
El mercado es pequeño, todo lleno de frutas apetitosas: mango, papaya, naranja, carambola, granadilla, lucaymanco, lulú dulce, plátano, piña... allí mismo tienen las turmix a tope haciendo jugos con agua mineral o leche. Comemos cebiche y bistec a lo pobre, que es dura llama con una rica salsa y arroz con cebolla morada.
A las cinco y media se empieza a estar bien, Pizarro se llena y también la Plaza de Armas, donde tomamos el fresco junto a la colosal fuente. Luego, compramos los boletos para Cajamarca, unos cama panorámicos para subir a la Sierra Norte. Allí es Carnaval y sonado, así que reservamos el hostal. A las siete actividad: la orquesta sinfónica y el coro polifónico de la Universidad César Vallejo en el patio del BBVA Continental. El spicher también es de los cincuenta. Me presenta como un joven artista de polito verde que está dibujando todos los detalles del evento. Pide un aplauso y saludo discretamente. Fotos.
Vemos la Catedral con un hermoso retablo de dos caras y bailar en el prado. Y tomamos el fresco, como se hace en una noche de verano en cualquier provincia.

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