domingo, 30 de septiembre de 2012
en oaxaca
A la terminal de autobuses vuelven los jóvenes hasta arriba de barro, han estado de farra toda la lluviosa noche. Algunos se duermen en la combi con una manta sobre los hombros. Huele a chocolate humeante y voceado por señoras gordas que lo remueven con un palo. Cuatro horas de viaje a Oaxaca, me dice la guapota de la ventanilla. El conductor de la combi de vuelta hace manitas con su novia. Cinco de Mayo está vacía. Desayunamos con un niño de cinco años más listo que el hambre.
Cruzamos montañas y caminos llenos de agua. Los niños se asoman para ver el autobús. Oaxaca aparece entre montañas. Un taxi nos lleva al Hotel Emperador. Comemos en un comedor popular por 25 pesos, sopa de arroz, pollo en salsa de verduras, calabacín y chile con nata, bien. El zócalo es un jardín rodeado de soportales donde revolotean niños vendedores entre mucha gente. Vemos el Museo de Arte Contemporáneo, una casa preciosa encalada de blanco alrededor de dos patios. Más bien una exposición que un museo. Santo Domingo nos abofetea con su desmesura, sin un milímetro libre del pan de oro. Afuera llueve. Todo el mundo se resguarda excepto esos estúpidos escolares que bajan la bandera tocando un tambor y una trompeta. Corremos bajo el paraguas a los soportales del zoco y nos sentamos en una mesa de madera junto a los fantasmas de Alfonso e Isabel. Una niña india muy simpática nos pone unos cafés mientras se asoma a mi cuaderno y otros niños llenan el aire de pompas de jabón. Uno de ellos lleva un personaje de unos dibujos animados muy populares llamado Bob Esponja, una esponja de baño que vive en el mar y usa vaqueros. Paula nos quiere vender bollitos, dejo que dibuje en mi cuaderno y le prometo que le daré color.
Bebo mezcal en La casa del mezcal, frente al mercado municipal. Grupos de jóvenes con chicas. Camino del hotel, alguien supertomado necesita platicar. Le di el dinero a mi mujer y se fue, dice. Al volver hoy, no había nadie en casa. Nos sigue hasta la puerta. Le digo que tome el fresco y un buen café solo. Mañana estaré mejor. Le doy la mano. Es un cuate inofensivo, pero con una tajada de campeonato y un drama por escribir.
sábado, 29 de septiembre de 2012
y en eso llegó andrés
En México la Revolución no terminó. Aquello por lo que lucharon aún no se ha conseguido. Como siempre, la cosa se paró donde los compañeros de viaje querían llegar. Y los peones del juego, ahora maltrechos, han de seguir.
En Puebla, esta capital provinciana donde, en los restaurantes, cantan canciones de Miguel Ríos, Serrat o José Luis Perales, llegó Andrés Contreras, el juglar de los caminos, cantando sin miedo en medio de la plaza. Nos recuerda esas luchas por todo el país y nos trae historias oídas en los pueblos, en las minas, en las cárceles, en las ocupaciones. Allí nos quedamos oyéndolo embobados ante esa asombrosa idea de no usar metáforas ni dobles sentidos, sino decir simplemente lo que se vio, lo que se sintió, lo que se pensó, lo que se hizo.
Nosotros le compramos su quinta obra, Intifada.
Desde 2008 tiene su propio blog.
Se puede oir aquí La Jaula de oro, El mono de alambre o El machete, de este disco. Y aquí un directo.
Nosotros le compramos su quinta obra, Intifada.
Desde 2008 tiene su propio blog.
Se puede oir aquí La Jaula de oro, El mono de alambre o El machete, de este disco. Y aquí un directo.
viernes, 28 de septiembre de 2012
la tele, el museo y los soportales
Me despierta un helicóptero que aterriza en lo alto de un edificio de Polanco. Es escandaloso, aquí los ricos son exageradamente ricos y los pobres miserablemente pobres. En la tele sólo aparece la vida de los primeros, que son blanquitos como la leche, con lo que la vida en la calle en nada se parece a la tele. Todas las noticias y documentales sobre Chiapas son escandalosamente increíbles, asquerosamente foxistas. Es todo vergonzoso, desde fuera, ellos lo ven bien, natural. Los intelectuales, los artistas, la gente culta y respetada forma parte de esa clase racista que, con toda naturalidad, machaca a los auténticos descendientes de sus grandes culturas.
El Museo Nacional de Antropología, en el Bosque de Chapultepec, es tan inmenso que habría que visitarlo de vez en cuando, como un bar, para no cansarse e ir aprendiendo poco a poco. Me gusta lo más simple, ya que las grandes civilizaciones, mexicas-aztecas y mayas, se complican demasiado la existencia, sobre todo esos barrorelieves de los monumentos con un trazo tan fino (tan delicado para los antropólogos) sin dejar ni un pequeño espacio por rellenar. ¡Todas esa figuras emplumadas llenas de colgajos, con lo simples que resultan esas figuras de cerámica del preclásico, que son sólo ideas! Dibujo algunas que me gustan o me llaman la atención. Especialmente el guajolote o gallopavo, que es un animal real, un ave de cuatro patas, que se ha encontrado en algunos enterramientos. En realidad, las patas delanteras son las alas, es sólo una representación.
Invitamos a comer a Javi y Ana. Mañas Castañeda boxea con Díaz, están muy igualados. Cuando volvamos al DF, ya no estará Ana, podemos hospedarnos en casa de su novio. Gana Óscar Díaz. Volvemos al Zócalo. No encontramos al chavo que vende discos de sonoras y la tienda de relojes está cerrada. Encontramos casualmente la cantina La Puerta del Sol, de la que nos habló Enrique. Los soportales del Zócalo están llenos de gente preparada para dormir sobre cartones. Hay grandes pancartas rojas del FNR, con sus estrellas amarillas, creo que priistas. Muchas tiendas de campaña. Dispuestos a todo. Piden la liberación de sus presos. Se oyen tambores y una triste banda de indios pobres que piden con el sombrero.
jueves, 27 de septiembre de 2012
santiago de querétaro
Hacemos un recorrido paseando, que arriba se muestra, a partir de la Plaza de la Constitución, una vez desayunados en la Cafetería Bisquets, pegada a la Posada de la Academia, en Pino Suárez. Esta cafetería es una casa colonial con un patio central con fuente y fotos de María Félix, Cantinflas, Jorge Negrete, Pedro Almendáriz... y también Los Beatles. San Agustín, con claustro modélico del barroco mejicano del XVIII y museo de arte. La Casa de la Marquesa, hoy hotel, barroca, con patio cubierto con las paredes pintadas. La Mota, Santa Clara. El Teatro de la República, construído en 1852, fue escenario del consejo de guerra a Maximiliano I y dos de sus generales, donde se les condenó a muerte; y en 1917 fue promulgada la Constitución. Nos colamos y nos dejan disfrutar en su interior un delicioso ensayo de la Orquesta Filarmónica.
Hacemos una parada en el vegetariano Ibis Natura y nos tomamos el café en la legendaria pastelería La Mariposa, un local agradable y precioso con mobiliario y maquinaria de los cincuenta, y con las camareras uniformadas. Dibujo su hermosa cafetera, que me dejan tocar, llevado por una extraña pasión hacia lo bello. En la adoquinada y porticada Plaza de Armas, con su fuente central y laureles indios, visitamos la Iglesia de San Francisco, con claustro, huerto y un Santiago cortando la cabeza a un moro en la fachada. La leyenda dice que aquí también se apareció con su caballo y espada en ristre ayudando a los españoles en su lucha sin cuartel contra los indios (siempre haciendo amigos). El colegio jesuita, la Casa de la Corregidora, la Casa Ecala, la Casa de la Zacatecana. Independencia hasta el Templo de la Cruz. El acueducto, construído en el siglo XVIII con más de setenta arcos y 1.200 metros, el Tanque de agua. La Alameda Hidalgo, donde recojo las hojas del floripondio, el granjeno y la rosa laurel, a la que nosotros llamamos adelfa. Cuando esta ciudad se inundó esto era una laguna, la gente se metió en sus casas aparentando que no había pasado nada, por eso no hay nadie por las calles; la verdad es que perdieron los muebles y los colchones y la ropa; el mexicano vive un sueño y, cuando muere, es que estaba para morirse, nos cuenta un hombre resignado de San Miguel.
Volvemos a casa pasando por Santa Rosa de Viterbo, con un imponente órgano, en la Plaza de Mariano de las Casas. Santo Domingo y Plaza de la Constitución. Después viajamos cómodamente hasta la Terminal Norte de la Ciudad de México viendo una peli. Nos dan unos bocadillos y bebida. Los asientos están tan separados que puede uno tumbarse apoyando las piernas en una tabla. En metro vamos hasta casa de Javier, el noviete de Ana, y luego vemos la peli Frida. Ya en la cama, sueño que Frida es una oruga gigante y dolorida que se mueve arrastrándose, como una cadena de montañas, en círculo rodeando millones y millones de casitas de colores, como las de Guanajuato.
miércoles, 26 de septiembre de 2012
el san miguel de keith miller
Después de muchos viajes registrados en sus cuadernos, el artista canadiense Keith Miller se estableció en San Miguel de Allende, de donde son todos estos dibujos.
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