Goa fue puerto musulmán hasta que Alfonso de Alburquerque tomase la ciudad. Se convertiría en el capitán del imperio portugués de oriente. San Francisco Javier vino a convertir en 1542. Después de cinco meses, se fue a Japón. Los jesuitas la usaron como punto de partida para la evangelización de Asia. Con la caída del imperio portugués, Goa perdió sus grandes edificios.
Voy al templo del dios mono Maruti en el Altinho. Nishikant me deletrea su nombre, es simpático, busca las palabras en inglés y despacio las usa para entendernos. Tiene la boca deformada, de la que le salen unos enormes dientes. En el templo, un chavalín, que limpia los perolos metálicos, me pide que me descalce. Desde aquí hay una buena vista del viejo barrio portugués. Nishikant baja conmigo las escaleras hasta la fuente. Very nice dice. Serpenteo las calles del Ourém, me meto en las clases con la chavalería. Esta arquitectura entre palmeras me recuerda Santiago de Cuba. Subimos a desayunar a la terraza de la pensión. Dibujo los tejados y la iglesia de San Sebastián.
Visitamos Old Goa, las iglesias y monasterios. El Buen Jesús, convento de San Francisco, Santa Mónica, Santa Catalina, San Caetano. Hace mucho calor, tenemos que hacer largas paradas en las iglesias. A San Francisco Javier le han mangado algún dedo del pie. En el autobús, muchas mujeres con flores en la cabeza. Se parten el culo con la peli. Alguien nos pide sellos y yo le pregunto dónde podría conseguir cuadernos escolares.
Después de una buena ducha, comemos ricos pescado y pollo a la portuguesa. Bajamos al nuevo Panjim. Compro un libro de arquitectura popular india y un código de circulación con todas las señales.
Cansados, volvemos por el oscuro camino que Beni odia.
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