No sé si por las estampitas de los santos, pero por aquí llamamos santos a todas las estampas y cromos, especialmente al anverso de las cajas de cerillas, que antes eran seriadas. De hecho, había un juego, llamado de los santos, que consistía en tirar las estampillas de las cerillas, u otras de cartón, desde una línea que se hacía en el friso de las fachadas, de forma que uno ganaba aquellas sobre las que pisaba al caer en el suelo.
Yo podría pasar horas y horas mirando estos santos.
Uno de mis abuelos, que era médico, tiraba toda la propaganda a una habitación de la clínica que estaba vacía. Allí me revolcaba de chinorri sacando de aquí y allá esas cartulinas impresas a todo color. Ahora salía la ilustración de un corazón abierto, después la reproducción de un óleo o una pierna llena de pupas. ¡Incluso alguna teta! pero siempre en un lamentable estado o de una Venus pétrea y sin brazos. Mis hermanos mayores hasta hicieron una especie de tómbola pública -en una caja de madera- donde te podía tocar alguna de ellas consiguiendo la bolita de papel premiada -por el módico precio de un patacón.
Luego vinieron los álbumes Maga y los azucarillos seriados de los bares.
Mi coco está lleno de esas imágenes: coches, cohetes, el Cordobés toreando, Susana y los viejos, las corrientes de la cabellera, hernias gigantes, árboles y plantas, insectos y reptiles, mujeres con ojeras de Julio Romero, esqueletos, brazos musculosos sin piel, barcos de vela, pirámides... como si abriésemos al azar una enciclopedia visual de muchos volúmenes. Por eso mis déjà vu son bidimensionales.
Hoy os traigo unos santos de la India. Tan bonitos y con tal encanto, ese que tiene el arte popular, que quiere, fundamentalmente, ser útil, que podréis comprender ese placer que en mí producen. Allí venden cientos de planillas para escolares con la sana intención de enseñar. Yo me traje un montón. Esta nos enseña a circular.
Pinchar las imágenes para disfrutar al máximo (¡Oh, esa trama gorda, esas masas de color que se salen de registro, esas proporciones, esas líneas de velocidad, ese camión de sandías...!)
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