martes, 19 de junio de 2012

camino del norte: donostia-zarautz

Duermo tan mal que agradezco la luz de la mañana. Me lavo en el pasillo para no hacer ruido y preparo mi mochila. Escribo en la cocina, sobre una mesa de madera maciza, que comparto con una chica que desayuna, rodeados de frigos, placas eléctricas y microondas.
A las siete y media abren el comedor. Desayuno generoso. En la tele corren los toros de Pamplona. Me siento en la ventana que da al jardín.
Salimos por una calle del barrio de Igueldo, donde el peregrino José María Soroa pone agua a los viajeros, y un sello. Luego bosques de castaños, robles y abedules. Bonitas sendas sin perder de vista el mar. La más chula tiene el empedrado original. Descansamos en unos bancos junto a un manantial. Un profesor camina con su señora, de un pueblo cercano a Almansa. Amancio se enrolla.
Ermita de San Martín. Llegada a Orio. Puerto bullicioso y la iglesia fortaleza de San Nicolás. Es famoso este pueblo por su regata de remo. En los siglos XIV y XV, era imprescindible la trainera para la captura de ballenas. En 1901 fue arponeada la última. Ahora sólo es un deporte.
Viñas de txacolí y el camping, donde comemos. Ducha y siesta del copón en las literas de una cámara abandonada para peregrinos.
Vamos a Zarautz en un autobús pasado de rosca que conduce un italiano de Treviso, también pasado de rosca. Esto es una locura, dice, los llevo a los sanfermines, a la tomatina y buscando la ola. Música punkli a tope y un montón de rubias culonas sobre los asientos forrados con bolsas de basura anti potas. Me pagan una mierda, sólo merece la pena si me divierto. Así que él también bebe. Conduciendo un bus lleno de pintadas y guiris, sin papeles y todos mamados. Alentador.
Zarautz es un pueblo chulo y tranquilo. De la Plaza de la Música vamos a la Plaza del Ayuntamiento, pasando por el Cine Modelo, que dibujo. Allí nos espera Carlos, que se ha comprado unas sábanas baratas para poder dormir esta noche. Buen ambiente en la Plaza de la Música. Muchos críos y padres en bicicleta.
Carlos cumple años, nos invita. Vamos a Santa María la Real (de estructura románica y donde  leemos: se prohíbe jugar a la pelota y cualquier otro juego en este pórtico y alrededor de este templo bajo la multa de cinco pesetas), y al Palacio renacentista de Narros, con su jardín inglés.
Paseo marítimo. Playa inmensa que acaba en una duna convertida en campo de golf. Escogemos un chiringuito alegre y repleto. Preguntamos para desayunar mañana. A partir de las nueve.
Vemos el restaurante de Arguiñano. Una horterada de castillo de reciente construcción. En la terraza, y fresquitos, nos tomamos unas cervezas con bacalao y croquetas. Invita Carlos.
Volvemos andando al camping. La cuesta se me hace pesada. Nuestra habitación está encima de un taller. Está llena de literas, una cocinilla de gas y una mesa con bancos. Todo desangelado. Ellos se hacen unos agrícolas, pero yo estoy muerto de sueño.


Orio a 15 kms. de Donostia y Zarautz a 21.

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