Hoy puede pasearse tranquilamente a la sombra de árboles legendarios como el pantalones (un olmo de dos grandes troncos de unos 220 años), el abuelo (un ciprés de unos 240 años y 32 metros de altura), un olmo del Cáucaso de 200 años, un ginkgo de 110 años, un haya roja de 100 años, algunos almeces impresionantes y las enormes socuoyas que rodean la fuente.
Es en los bancos de esta fuente donde mejor he disfrutado de la lectura en esos días en tinta negra en que la gente trabaja. Lo visité un domingo del mes pasado y sólo había guiris (la entrada ya cuesta 3 euros) no dispuestos a hacer la enorme cola del Prado. Conserva en muy buen estado la Estufa de las Palmas, un invernadero de 1856 con una calefacción curiosa que funcionaba con la fermentación del estiércol.
Las hojas y dibujos corresponden a una visita el día de Todos los Santos de 2006. Con hojas de la acacia del Japón, el almez, el ginkgo, el caqui, el sanguino, el pantalones, el laurel, el roble americano, el pruno, el falso plátano, el aligustre y el tilo. Y los dibujos de la fuente, el abuelo y el olmo del Cáucaso de unos 200 años, al que le había crecido una higuera loca.
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