Rosetta salió hace diez años de casa con el propósito de llegar hasta este cometa frío, sucio y rocoso (oscuro y polvoriento, en palabras de la ESA) para estudiarlo más de cerca. Es la primera vez que una misión orbita un cometa. Y será la primera vez que un artefacto se posa sobre ella cuando, próximamente, consiga su objetivo de anclaje para analizar in situ su núcleo durante un tiempo prolongado.
La superficie del cometa fotografiada por la nave 'Rosetta'
a unos 130 kilómetros de distancia. / ESA / ROSETTA / MPS |
En las animaciones superiores puede verse la trayectoria de la sonda desde hace diez años que salió hasta llegar al cometa (con 31 meses de hibernación) y, en otra, las maniobras de acercamiento para orbitar el cometa. Desde aquí elegirá el mejor punto de anclaje para analizar su núcleo.
Las informaciones actuales son que el cometa tiene forma de pato de goma (dos pegotes redondeados de desigual tamaño unidos por un cuello), que viaja a 55.000 km/h y que no está tan helado como pensaban (70º bajo cero).
El interés de su estudio radica en que es un fósil del sistema solar ya que los cometas han sufrido pocos cambios desde que surgieron en la época en la que se formaron los planetas, por lo que pueden aportar importantes claves sobre aquellos momentos. Además, el estudio de su agua y otros elementos químicos puede ofrecer claves sobre una teoría muy interesante: que los ingredientes de la vida llegaron a la Tierra viajando en uno de estos cometas.
Fuentes: Materia, The Guardian y National Geographic
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