Si Joyce hubiera agradecido ilustraciones en su libro es una pregunta abierta. Él, como típico dublinés, fue educado en la música en lugar de las imágenes, y no quería que sus lectores vieran demasiado. Su Dublin, tanto aquí como en los dos libros más grandes, por no hablar de un retrato del artista de joven, es una ciudad de los sonidos más que las apariencias.Creo, sin embargo, que estaría contento con esta edición de Dubliners: la técnica de su distinguido ilustrador es tan sutil como la suya. Que Joyce estuviera casi sin vista y ceguera eventual no tiene nada que ver con su indiferencia hacia el mundo visible. Joyce fue un músico y un wordman, y Ulises, una enciclopedia de los logros humanos, así como una novela, donde hace caso omiso de las artes visuales, debido a una laguna temperamental. Que él no era indiferente a la más reciente de las artes visuales - cine - es grotescamente atestiguada por su fallido intento de llevar la primera película de muestra en Dublín y por su sueño de ver a George Arliss en el papel de Bloom en una película, de Goldwin, de Ulises.
Arriba: maravilloso retrato de Joyce de Louis le Brocquy para esta edición de Dubineses.
No hay comentarios:
Publicar un comentario