viernes, 1 de marzo de 2013

de jujuy a formosa


Cama y ducha. Y frente a la terminal un desayuno continental. Tienen red inalámbrica pero no quieren darme la clave. Tranquilamente esperamos la hora del bus.


Bus hasta General Güemes, que es nudo de autobuses para Mendoza, Posadas e Iguazú. Comida en la terminal. Una chiquilla de 12 años nos recomienda el menudo: yo me comí dos platos. Guiso de menudo o panza (callos) con papas y arroz, bastante bueno. A las cuatro llega el nuestro a Corrientes. Bus semicama, bastante cómodo. Las montañas se van alejando cada vez más azules con sus moñas de nubes. Y aquí verde arbolado a tope, aparecen palmeras, plantaciones de tabaco y un montón de vacas, cultivos en los claros pero sobre todo árboles con vacas. Cada vez más Cuba. Casitas escondidas, solitarias. Secaderos de tabaco. Nos pasan unos sándwiches para la cena y tratamos de dormir, casi imposible con los dos gemelos llorones que nos han tocado delante.  A las cuatro y media llegamos a  Corrientes.


En Corrientes otro bus a Formosa, de camino a Asunción. Tres horas durmiendo a tope, con las chambras puestas y los asientos súper cómodos. Solos en el piso de camas. En la gloria sin películas. Baño privado. La Terminal de Formosa es cubana. Cemento pintado de azulón, mucho calor y olor a petróleo, y palmas reales por todas partes. La ciudad es de casitas pequeñas, muy extendida. La basura en cestas metálicas elevadas. Cogemos un taxi que nos lleva al centro. Plano en el punto de información, el funcionario ha estudiado en Madrid, ahora nos habla comiendo caramelos y no se le entiende nada. Nos ofrece la visita a una laguna cercana llena de mosquitos y de aves, pero este clima tan repentinamente caluroso nos tiene aplatanados. Buscamos un hotel barato, nos ayuda un chaval aburrido que nos enseña todos los hoteles a cual más caro. Nos dice que hay nueve chicas por tío, así les va que no espabilan. Nos ofrece las vistas del río Paraguay con la posibilidad de atravesarlo en barcaza, nosootros vaamos a haseer coompras. Damos con un hotel en una casita baja con patio. Habitación con baño privado (no ha de tener baño ¿creen que esto es Francia? dice la señora indignada) y ventilador. Por aquí hace un calor del carajo, aunque dicen que por las noches refresca.

Formosa es una ciudad tranquila y ordenada. Calurosa. Todo abre tarde y se respeta la siesta. Caminamos hacia el puerto. De aquí salen los barcos que atraviesan el río Paraguay hasta el país con ese nombre. Desde aquí se hacen compras aunque ahora, con la fuerte inflación de Argentina, dicen que su plata no vale. Parques en el puerto con palmeras. Luego buscamos algún bar con aire acondicionado para tomar un refresco. Nada, todo cerrado hasta la noche.

La plaza ocupa cuatro manzanas de este a oeste y una de sur a norte. Las calles más concurridas, por decir algo, son las que van de la plaza al río Paraguay, donde está el puerto y la aduana. Encontramos un restaurante abierto (el Maxi) cerca de la plaza. Todo carne, como era de esperar. Yo como lomo en salsa y ñoquis, y Beni vacío de ternera con ensalada. Buena carne. Después hay un garito al lado con un grupo de viejos borrachos que cuentan que la felicidad del brasileiro está en su camión Chevrolet y su mujer paraguaya.
- Es sierto que la mujer paraguaya es linda, laboriosa y fiel, es la mujer que puede haseros felís… mi mujer siempre se está decorando… yo ya no bebo alcohol fuerte, sòlo una buena servesa, y vino sólo en invierno…

Nos pedimos un café descafeinado. Argentina es el único país que hemos visitado donde existe esta gilipollez. Descansamos largo rato con el aire. Vamos al hostal Residencial. En el camino una peluquería. Me quedo a pelarme, hace demasiado calor. El peluquero me invita a un tereré, que es mate frío, un invento paraguayo. Está bien. Me habla bien de Paraguay, él ira mañana al cumpleaños de una amiga. Para él Formosa es una ciudad demasiado tranquila, le gustaría venirse a Madrid. Me mete la máquina y me deja lindo. Listo para el calor.

Respetamos la siesta como buenos formoseños. Bajo el ventilador del cuarto y recién duchados. Esto es un verano en regla, de treinta y cuatro a la sombra, a mediados de febrero. Salimos, la ciudad ya es otra, ésta es la que buscábamos. Formosa se enciende y empieza a funcionar: están poniendo las terrazas y
refresca. Nos sentamos en la terraza del Hotel Turístico Internacional que está frente al puerto y tiene WiFi bajo las palmeras. Miro el correo, oímos a los amigos y envío las crónicas escritas. Y ya sólo nos queda pasear con la fresca y beber en las terrazas de esta ciudad cubana.

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