jueves, 3 de mayo de 2012

shanghai (上海) impone



Aún no nos hemos acostado de la excitación por lo nuevo. Recorremos las calles céntricas de la ciudad, el Parque del Pueblo -antiguo hipódromo-, la calles Beijing -capital del norte, Pekín para nosotros- y Nanjing -capital del sur- hasta El Bund, en Huangpu Jiang, pasando por el Hotel de la Paz, los antiguos Almacenes Nº10 y viejos rascacielos. La ciudad está viva, en construcción, reluce por la noche. Crecen rascacielos entre calles viejas, destartaladas y llenas de cosas, como en las pelis en blanco y negro, viejos hoteles y edificios coloniales. Una imagen arquitectónica del Capitalismo arrasando la Revolución. Pareciera que los pobres se hacen ricos, pero lo que sucede es que los ricos echan a los pobres de sus casas. Los arquitectos acaban con la arquitectura popular. ¡Toma hierro y cristal! Desde la ventana del apartamento, los rascacielos iluminados parecen listos para despegar. Dormimos bajo shock.

Por la mañana Shanghai está limpia y no parece demasiado ruidosa. Circulan pocos coches. Taxis con colores pastel metalizados y una banda roja en el cristal. Muchas bicicletas y motocicletas. No paro de hacer fotos a esa caligrafía pintada por las paredes. Delatan el carácter del que pinta, me pone. Vemos el Museo de Arte, en el antiguo edificio del Hipódromo, del que hay fotos en las paredes de la cafetería, que también es Museo del Café y Té (en el vestíbulo). Caen unos tes de manzana y huevos con beicon. Beni se duerme mientras la dibujo.
Parque, mercado de ropa, especias, bichos, animales de todo tipo, piedras de jade, bonsais y medicina natural. Una señora se resiste a que la pinchen. Frutas, antigüedades y unos peces rojos que saltan de una pecera  a otra.

Aquí están en la semana de vaciones del 1 de mayo. Hay mucha gente, pero sin aglomeraciones. No hay turistas occidentales. Se está en la gloria. Cuando dudas o pones cara de perdido, llegan un montón de chinos a ayudar y, entre todos, tratan de indicarnos.
Cenamos en el mirador circular de cristal de Nanjing. Las camareras se desesperan porque no nos entienden. La jefa nos trae una carta en inglés. Los platos son descomunales.
Persistentes los mendigos, sobre todo las mujeres. Limpian las calles con detergente. Los supermercados son muy baratos. Beni pasea tranquila a las dos de la mañana. El apartamento está en una zona residencial muy céntrica, con pequeñas calles con árboles. En la tele el Valencia gana al Betis. Dormimos con el gato dorado levantando el puño, setas, carne y pescado secos, leones y tigres, bicicletas, la bandera roja con sus estrellas amarillas.

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