El tupinambo es una planta anual incluida en el Catálogo Español de Especies Exóticas Invasoras, cuyo origen está en Canadá, donde su raíz era consumida desde tiempos inmemoriales por los indios amerindios, que la consideraban un símbolo de la paz. Los colonos franceses lo trajeron a Europa; pero pronto sería sustituida por la patata.
Su flor amarilla es de la misma familia que los girasoles. Su raíz es un tubérculo enrevesado con un rico sabor entre alcachofa y penca de cardo.
Su nombre viene de un equívoco. La coincidencia de dos cargamentos de vuelta a Francia, uno de tubérculos de Canadá y otro de indios tupinambas de Brasil para ser exhibidos, y la fallida cadena del boca a boca hicieron que llamasen así a los tubérculos.
Durante la II Guerra Mundial, en Francia los alemanes requisaban las patatas y los franceses tuvieron que recurrir a esta raíz, por lo que dejaron de consumirla en tiempos mejores al asociarla al sufrimiento de aquel tiempo. Actualmente los chefs han vuelto a utilizarla con cierta frecuencia en sus cocinas.
A mí me regalaron unos tubérculos por su flor. Sembrados en enero, las plantas empezaron a aparecer al final de la primavera o principios del verano. Ahora sale la primera flor. La planta se hiela en invierno y vuelve a salir al año siguiente, cada vez en más cantidad, pues se reproducen los tubérculos, por lo que pueden cosecharse en enero, dejando siempre algunos bajo tierra. Esta flor es la única que ha abierto hasta ahora en la huerta.
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