The New Yorker |
¡Qué hermoso otoño! Todo brillante y dorado y todo suavizado por esa luz increíble. El agua nos rodea.
Lou y yo hemos pasado mucho tiempo aquí en los últimos años y, a pesar de que somos gente de la ciudad, este es nuestro hogar espiritual.
La semana pasada prometí a Lou sacarlo del hospital y volver a casa Springs. Y lo conseguimos!
Lou era un maestro de tai chi y pasó aquí sus últimos días feliz y deslumbrado por la belleza, el poder y la suavidad de la naturaleza. Murió el domingo por la mañana mirando los árboles y haciendo la famosa forma 21 de tai chi sólo moviendo sus manos de músico en el aire.
Lou era un príncipe y un luchador, y sé que sus canciones sobre el dolor y la belleza en el mundo llenarán a muchas personas de esa gran alegría que sentía por la vida.Viva la belleza que viene a través de y hacia todos nosotros.
- Laurie Anderson, su amada esposa y amiga eterna (en el Obituario del East Hampton Star).
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