Como el cuaderno de Lisboa se me queda corto, le añado un acordeón para guardar en el bolsillo de la contraportada. Ahí pongo el retrato que me hace Ricardo, el que yo le hago a Eduardo, algunos azucarillos, los billetes del avión, el grupo del último día, la fachada del Nicola, el gran descubrimiento de Trina con burbujas para los digestones y otras cosillas. Y esto es todo amigos.
Boa reportagem e boas memórias.
ResponderEliminarGracias, pero... ¡tu viaje por América no está nada mal!
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