Como una exhibición sindical llena de logotipos, barreras humanas de control, popes y consignas aburridas, camino por el Paseo del Prado pensando en que esto ha perdido la música y la gracia, y que hemos vuelto atrás. Por aquí se pasean los partidos, los sindicatos y los actores concienciados delante de las cámaras. Sin pena ni gloria. Velázquez se puso el casco obrero. Alguien propone ir a Bankia, pero los peceros, como en los tiempos de revolución, prefieren que volvamos a casa, pues toda acción no organizada, inexplicablemente, hace el juego a la derecha. La famosa involución.
Aprovecho estar tan cerca de la Cibeles tan despejada para dibujarla.
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