lunes, 4 de noviembre de 2013

jugando al dominó en el cementerio


Me despierta la llamada a la mezquita, muy temprano; esa letanía es el fondo musical de esta ciudad. Hoy los rosados franceses están enfadados con los sudamericanos morenos, que no paran de fumar. El más joven pide a la camarera que le cuente a esos europeos que esto es un comedor donde se puede fumar. Los franceses piden apoyo por las mesas a su absoluto civismo.

Aquí el viernes es fiesta y paseamos por los jardines de Topkapi con los turcos vestidos de nuestro domingo. Cojo hojas, especialmente de un almez que ha crecido dentro de un viejo ciprés. Pasamos al palacio. Me entusiasmo con las plantas, flores y hojas de colores de los azulejos y las cerámicas chinas de las cocinas. Esas camas alrededor de la chimenea como en las casillas de nuestro campo y en nuestra idea de felicidad.

La Basílica Cisterna se construyó en tiempos de Constantino el Grande. Es una cisterna de agua potable y era la base de una basílica con columnas de templos paganos, y las medusas de Caledonia. Bastante impresionante con esa luz tenue que resalta su carácter subterráneo o de oscuro bosque con ojos y medusas escondidos. Dibujo la cafetería a la luz de una vela y un luminoso de una Estambul de barcos de vapor y vela.

Conejos peludos, ratones, tortugas, gallinas, peces, aves exóticas y pájaros (y ningún reptil) pueden verse en los alrededores del Bazar de las Especias. También vemos la famosa fruta Kudret Nari, como un plátano verde o amarillo rugoso que dentro tiene unas bolitas rojas, que recomiendan para la úlcera gástrica. Por esas calles paramos en un carrito donde fríen salmonetes. Están suaves y fresquitos. Rodeamos la Mezquita de Solimán. Seguimos en paralelo al Cuerno de Oro. En una cafetería nos ofrecen un sofá con calefacción y una tele donde dan carreras de caballos. Nos pedimos unas Yedigün, por la chapa, y resultan ser las mirindas de naranja turcas. Cuando acabamos nos dan unas servilletas y un frasquito de colonia. Todo por 2,50.

Siguiendo nuestra subida, encontramos una pastelería preciosa donde nos ponen unos vasos con una pasta semi líquida que llaman boza, parece leche con miel y canela, a la que se le añaden unos garbanzos fritos que se compran en el local de enfrente, pero que nos regalan los niños vecinos de mesa (y que dibujo). El sitio es muy recomendable y tienen otra especialidad, que llaman sirke.

Volvemos al hotel con unos chavales graciosos. Ellos se van de copas a Taksim y nosotros a una tetería jardín en un patio rodeado de soportales de la antigua madrasa y mezquita Corlulu Ali Pasa (uno de los grandes visires de Ahmet III). A pesar de estar junto al Gran Bazar, dentro todo es paz y tranquilidad, solo se oyen los murmullos de los parroquianos y el chasquido de las fichas de dominó, supongo que para no despertar a los muertos de detrás de los ventanales. Dos tés y narguile para relajarse dibujando sin prisas. Uno de los protas quiere ver el dibujo. Me aprueba. Y nos vamos paseando al hotel, que ya apetece una cama caliente.

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