domingo, 7 de octubre de 2012

ruinas mayas de palenque y aguazul




Entre el bosque tropical de las Montañas de Tumbalá, son una serie de templos y pirámides comidos por la selva, treinta y cuatro sacados a la luz de unos quinientos que pueden existir, construidos entre los siglos VI y X. Pareciera una civilización escondida, secreta; realmente impresionante. Lo peor es la humedad, que tiene todo mojado y comido por las plantas. Nos agotamos subiendo y bajando escalinatas y sudamos goterones de tanta humedad. Alucino con esa especie de crestas labradas que adornan los tejados y el aspecto oriental de la gente representada. En un museo se exponen piezas rescatadas en las excavaciones.
Después vamos a una cascada con un camino en su interior y, después de un café, cogemos otra vez la furgo. Por curvas y curvas llegamos a Aguazul. El río lleva mucho barro, el agua es marrón. Aunque cada vez que caminamos vemos más y más cascadas, no nos gusta tanto barrizal y tanto turista. Todo está lleno de carteles anunciando que estamos en territorio zapatista. Aquí manda el pueblo y el gobierno obecede, reza. Comemos malamente en unas chozas. Tienen tele y muchos mexicanos vienen a verla.

Llueve a mares cuando volvemos al Hotel Avenida. Me meto en la alberca, allí no importa, es hermoso que llueva sobre el agua, sobre mi cuerpo mojado. Esas inmensas gotas como explosiones. Según la tele, hay un ciclón en Campeche. Comemos carne asada y bistec a la mexicana en el Restaurante Guacamaya. Mi carne a la mexicana tiene distintos chiles, está muy buena.
Aquí encontramos a todos los viajeros con los que nos hemos cruzado por México. Nadie quiere perderse estas ruinas. Algunos nos acompañarán a Guatemala.



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