Los chavales hablan en inglés pero no saben escribir su propio nombre. La casa de Jain, una buena casa, no tenía ni un libro. Hay que tener en cuenta que el vietnamita se escribe sobre la base de un alfabeto fonético de base latina inventado por un Jesuita francés (Alejandro Rodas), cuando las palabras son monosilábicas como el chino.
El acuerdo con el gran Khann de un coche a Hanoi se convierte en un microbús que nos lleva a una estación de autobuses. Kahnn y sus negocios. Me niego. Volvemos al hotel, le pido las pelas y le digo que prefiero el tren. Vamos a la estación, que está al lado y compramos dos asientos blandos.

En Hanoi decidimos ir a Hài Phòng. Comemos cerca de la estación (arroz con verduras y cangrejos, muy rico, y el café country side) y luego compramos dos asientos duros de madera para Haiphong. Dos horas y media superdivertidas encima de las tablas y al aire de los ventiladores. Llega el grupo de revisoras. se lavan, se peinan, se ponen su uniforme azul, sus chapas y sacan las bolsas que pondrán a la venta: salchichas, abanicos básicos, mecheros... El vagón anterior es de una clase inferior, allí van las motos cargadas, bicicletas y bultos.
Van pasando niños que quieren ser dibujados, pero no quiero perderme el hermoso paisaje que hay detrás de la ventana, la cosecha del arroz, algunos caballos y carros repletos de arroz. Está nublado y el día se ha puesto denso. Los jefes de estación llevan dos banderas (roja y amarilla). Extendidas mientras el tren está parado y recogidas para partir. Los niños se comen una mazorca de maíz cocido y el tren empieza a balancearse.
A las dos horas ya duele el culo. Ellos están ágiles y cogen extrañas posturas. Ya todos somos amiguetes y hablamos como en un patio de vecinos. Los niños me enseñan sus camisetas de los Power Rangers Ninjas. Comentamos que cada clase en el tren corresponde a una clase social. y las mas bajas son las más divertidas.

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