Todo sobre ruedas: facturación rápida, tren nuevo sin conductor, café con leche. A un hombre super gordo parece que le va a saltar el ombligo. Su hija está rebosante como Padre de Familia después de un x.
Inmobiliarios argentinos camino de Frankfurt. El tarado de Venezuela que revisa las importaciones y el boludo que dejó sus sierras a los indígenas que no podían hacer nada por falta de financiamiento.
Cigarrillo y sandwich con cerveza en el restaurante Goethe del aeropuerto de Frankfurt.
Un avión gigante sin demasiada gente. Asientos vacíos. Viaje cómodo. Atravesamos el Mar Caspio a 940 km/h. Diez horas desde Frankfurt. Siete horas de diferencia. Sobre la Bahía de Bengala a sólo dos horas de Hanoi.
Llegamos a las seis de la mañana. Nubes. Microbús hasta el Hotel Prince, en el barrio de las 36 calles. Mogollón de campos de arroz, motocicletas y bicis. Valla publicitaria sobre dos brazos de hormigón. Motos cargadas de huevos, de verduras. Cientos de mujeres con coleta de caballo y la boca tapada entran a las fábricas de Canon y Panasonic. Motos cargadas con toda la familia. Muchas motos. Y bicis. Pedalean a la vez conductor y carga en los mismos pedales.
Marea humana motorizada. Nos llevan a otro hotel. Por el plano logramos llegar al nuestro entre mujeres y hombres con balancines de bambú y motoristas ofreciendo transporte. Nos tomamos un té. Hay unos mecheros en un soporte sobre la mesa. Nos damos cuenta de que ya es otro día.
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