Cuando obtuve la más amplia mayoría parlamentaria en las elecciones generales griegas hace dos años, yo también fui tildado de populista. Para el establishment, cualquiera que obtenga buenos resultados electorales desafiando a sus hijos e hijas favoritos es tachado de populista. Pero esto, demasiado a menudo, absuelve a los verdaderos populistas. Un populista promete todo a todo el mundo, al mismo tiempo que abusa de las creencias irracionales y miedos del electorado.
Por el contrario, cuando me presenté para el parlamento cité a Winston Churchill al prometer “sangre, sudor y lágrimas” como el precio de nuestra liberación de la deuda que nos esclaviza y de la oligarquía griega. En términos económicos, no prometí ni un solo euro a nadie que ganase más de 700 euros al mes. El resultado de las elecciones demostró que los políticos contra el establishment pueden ganar popularidad evitando el populismo.
El reciente auge del populismo se debe al estúpido manejo por parte del establishment de una crisis que él mismo causó. Los populistas necesitan al establishment para seguir siendo relevantes y el establishment depende del miedo a los populistas para mantenerse en el poder. La oposición verdadera está entre los progresistas como Corbyn o el interminable mecanismo de retroalimentación entre establishment y populismo.
Yanis Varoufakis, exministro de Finanzas de Grecia, en elDiario.
El enemigo, antes, era terrorista; ahora es populista. Se trata ahora de todos pensemos que los populistas son terroristas y los terroristas populistas, enemigos radicales muy lejos de la centralidad.
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