En Ucrania la crisis se nota a simple vista en las carreteras llenas de baches, las avejentadas instalaciones públicas y los centros comerciales transformados en mercadillos y desordenados bazares. La renta per capita anual se ha reducido de 3.500 dólares en tiempos de Yanukóvich a menos de 2.000 dólares en la actualidad, explica el economista Vladímir Pánchenko. El PIB estatal se ha encogido desde 185.000 millones de dólares a 85.000 millones; de esta contracción, un 20% se debe a la pérdida de los mercados rusos.
"En las grandes empresas del Estado los vigilantes
siguen existiendo", afirma el diputado y periodista Serguéi Leschenko, uno de los fundadores de la plataforma anticorrupción
, refiriéndose a quienes han sido colocados en puestos claves para desviar a bolsillos privados los flujos financieros de la administración.
El economista Vladímir Pánchenko cree que la aplicación de concepciones ultraliberales por parte de “políticos irresponsables y poco cualificados” “no mejorará la economía y propiciará el deslizamiento hacia modelos del subdesarrollo “. “Desindustrialización, degradación y despoblación” es su pronóstico para un país que, hasta no hace mucho, confió en que sus recursos intelectuales, técnicos e industriales le permitirían un papel de vanguardia en la modernidad.
A juzgar por las opiniones de expertos, la alta política ucrania se cuece en Washington. Para remodelar el Gobierno o para convocar elecciones anticipadas las autoridades de Ucrania parecen pedir permiso a la Administración estadounidense y la presionan para que renuncie a seguir promoviendo la unidad del tándem Poroshenko-Yatseniuk.
Esta misma semana, el Fondo Monetario Internacional (FMI) advertía a Ucrania del riesgo de perder el apoyo financiero del organismo si el Gobierno no acelera el ritmo de sus reformas.
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