El trabajo de Renata Cassiano se basa en la curiosidad, la experimentación y el deseo por conocer los materiales de manera íntima. Su escultura representa la materialidad del proceso de transformación. Mezclar barros, esmaltes y temperaturas para romper las reglas del proceso son imperativos en su quehacer artístico. El barro atrae por su capacidad de memoria y de cambio, pero es su demanda de atención, tiempo y labor lo que nos hace sucumbir ante él.
La práctica de Cassiano está profundamente influenciada por su familia y el contexto latinoamericano. Sus padres son arqueólogos que dedicaron sus vidas a descifrar los restos de nuestro pasado. A partir de esta perspectiva, ve el objeto como supervivencia: objetos con un sentido de permanencia y atemporalidad. Para ella, la cerámica encarna la vulnerabilidad natural que existe dentro de todos nosotros y la tensión entre lo efímero y la resistencia. El compromiso con la artesanía es vital dentro de su práctica. Sus esculturas son artefactos del ritual, testigos viscerales de lo que sucede en el interior para excavar e interpretar.
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