jueves, 18 de febrero de 2016

mercado da ribeira


A la orilla del Tajo, en Lisboa, fue uno de los mercados de pescado más importantes de Europa. Después ha sido uno de los grandes mercados de la ciudad con las ofertas de siempre: carne, pescado, verduras y frutas, y también flores. Como ocurre en Madrid, el ayuntamiento ha buscado nuevas fórmulas de gestión y usos para hacerlos rentables y, como allí ha ocurrido en el Mercado de San Miguel, se ha convertido en una especie de feria gastronómica con muchos pequeños establecimientos con mesas comunes a todos. Son pequeñas cocinas de autor (algunas muy buenas ciertamente pues son delegaciones de chefs conocidos), heladerías, tiendas de conservas, pastelerías, vinaterías y bares de copas bajo la inmensa techumbre metálica del antiguo mercado. El ambiente está bien, pues hay gente muy diversa, quizá demasiado turista, reunida forzosamente en mesas corridas. A veces tocan músicos callejeros. Es como comer en la calle, pero resguardados de la lluvia, y eso hay que pagarlo. Reconozco que no es mi fórmula favorita.

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