Subimos la carretera del volcán Osorno al ritmo de un chaval que va corriendo. Lo adelantamos y, cuando paramos en un mirador, él nos adelanta. Esto nos tiene sorprendidos, pues el desnivel para subir este cono gigante es considerable. Logramos llegar los primeros al telesilla, pero enseguida lo vemos llegar. Estamos al nivel en que comienza la nieve y solo se puede subir más en telesilla. Para llegar aquí hemos traspasado una zona de bosque, otra de china de lava de color óxido con algo de vegetación y, finalmente, un paisaje marciano marrón rojizo donde nada crece y del que sale una montaña picuda cubierta de nieve. Y nuestro amigo tan tranquilo, responde a mis preguntas y se deja dibujar. Es Juan Aguilera, chileno y corredor de ultramaratón y bici de montaña, entrenando. A veces, dice, subo esos cerros de Petrohué con mi hija de nueve años; tiene nombre de famosa: Cristina Aguilera.
Luego, seguimos el curso del río Petrohué, lleno de saltos y rápidos, intentando harto fuerte traspasar esas duras rocas volcánicas y esculpiéndolas con formas caprichosas. Él nos conduce al Lago Todos los Santos, donde unas cuantas barcas pasean a los turistas desde una playa con pedrones sueltos como erráticos.
Volvemos bordeando el lago Llanquihue hasta Puerto Varas, parando en las playitas donde los domingueros chilenos se bañan, acampan u organizan comilonas. Aunque amaneció nublado, ha quedado un día estupendo de verano (para ellos no tan estupendo pues están acostumbrados a que llueva todo el año y está resultando un año muy seco, con muchos incendios) y estamos dispuestos a disfrutarlo.
Luego de comer sandwiches a la italiana, con palta y tomate, paseamos por la ciudad viendo y dibujando las viejas casas de los pioneros alemanes que aún se mantienen en pie. Y, ya cansados, descansamos en una terraza con WiFi, pasteles y sandwiches que da al lago. Beni se pide un Kunche, que es un pastel de tradición alemana y yo un bárbara, un emparedado riquísimo con salmón, albahaca, aceituras, palta y tomate. Pienso hacérmelo, cuando llegue, en casa; pero también llevará ají.
Esta noche cogemos un bus cama a Concepción. Nos vamos despidiendo de todo como si fuera la última vez, como Don Miguel al estudiante del prólogo del Persiles. Miro por última vez al lago y me grabo esos tres volcanes azulados con la punta blanca del fondo.
The view over the lake to Osorno is quite awesome isn't it! Reminded me of similar views in New Zealand, very familiar, but with German style houses and a different culture, although also a colonial one. I wish I'd sketched this much when I was there.
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