viernes, 13 de marzo de 2015

buses, rancagua, santiago




Desayunamos con la tele prendida. El tema son las pensiones. Los chilenos reciben, en realidad y en general, un 25% del sueldo, lo que supone una ridiculez, y un drama en los sueldos más bajos. Solo si has cotizado 40 años puedes tener un porcentaje digno, y no siempre. Esto se debe a que mucha gente se cambia al seguro privado, que suele ser una estafa. El sistema anterior era como el nuestro, pero parece que la dictadura obligó a cambiarse al sistema actual, en el que no se cumple lo que se prometió, y ahora añoran ese sistema antiguo. Es tan complicado que la gente ignora sus posibilidades o no entiende nada directamente.

Vemos por la calle gente mayor a la cordobesa, ataviados con traje de rayas gris: chaqueta curra corta con botones en las mangas y pantalón compañero de cintura alta y pata estrecha; botas camperas negras y gorro cordobés de ala ancha pero de paja. Como en todas las ciudades, los perros acompañan a la gente discretamente, sin ladrar y sin ningún gesto agresivo. Es increíble como los perros sueltos, que aquí llaman asilvestrados, resultan bastante mas educados que nuestros perros adiestrados y domésticos.

Los buses los cogemos con facilidad, pues un voceador te vende los boletos del que esta saliendo. Los viajes son cómodos, pero resulta insoportable tanta charla a pleno pulmón por celular y tan poco interesante (conversar con la fiscal mi neña haz eso pedido a presio ventajoso que lindo esta todo no es sierto? les quiero chau). Como una oficina rodante y huyendo siempre de la confrontación.

Atravesamos el valle con parcelas de maíz y viñas emparradas con las hojas ya rojas y violetas, enmarcadas en cuadros de verticales álamos negros Algunas se extienden como un sombrajo, imposible vendimiarlas con máquina.

Rancagua es una ciudad grande y fea con muchísima actividad. Hablamos con los de la Fundación Sewell, para visitar el antiguo campamento minero. Solo es posible los sábados, y en un tour con guía que parte de Rancagua o Santiago. Hacemos la reserva desde Santiago y pensamos invitar a Hugo y Gisela para que nos acompañen. Como es una propiedad industrial, la mina sigue en activo, solo tienen autorización dos agencias turísticas, y hay que ir guiados.

Cuando llegamos a Santiago, Hugo y Gisela se han ido fuera. Nos conectamos por whatsapp desde un verdadero templo del café en el reino del nescafé y la leche en polvo: la cafetería confitería Torres. En uno de sus veladores montamos el cuartel general. Cogemos una habitación matrimonial con baño en el Hostal Providencia, cerca de la Plaza de Italia, con ordenadores, teléfonos, futbolín, cocinas, comedores, bar, patios para fumar y mucho guiri mochilero. Nos invitan a unos pisco sour con mango y limón y nos prometen una actuación musical.

Finalmente hablamos con Gisela y Hugo, que se apuntan a la excursión. La actuación prometida se alargó demasiado gracias al pisco. Yo ando resfriado y moqueando y me apreto una pastilla que me deja totalmente dormido.

Fundación Sewell: (5672) 2225678
Agencia VTS: (5672) 2952692 www.vts.cl


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