Después de que en 1908 Manuel Bartolomé Cossío plantease que los modelos de El Greco para sus apóstoles podrían haber tenido algún tipo de demencia, en 1955 Gregorio Marañón convocó en el Antiguo Hospital de dementes del Nuncio de Toledo a los fotógrafos de la Casa Rodríguez y al escultor Sebastián Miranda para fotografiar y dibujar a unos cuantos residentes, a los que se les había dejado crecer la barba, ataviados con paños y túnicas al modo del apostolado.
El trabajo fue publicado en 1956 como libro titulado El Greco y Toledo, con una segunda edición en el 58. Su gran repercusión hizo que las fotos se esparcieran por el mundo a través de periódicos y revistas.
Y es que el misticismo y la locura tienen comportamientos y gestos rayanos.
Desde entonces, la recreación fotográfica de pinturas con modelos, espacios y, sobre todo, luz semejantes, ha sido uno de los grandes divertimentos de muchos fotógrafos.
Otras peregrinas teorías achacaban un defecto visual al pintor, como si uno con el pincel no pudiera interpretar y aportar más verdad a lo que ve.
Otras peregrinas teorías achacaban un defecto visual al pintor, como si uno con el pincel no pudiera interpretar y aportar más verdad a lo que ve.
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