martes, 15 de enero de 2013

hacia el tungurahua



Latacunga se parece mucho a la idea que teníamos de estos países. Casitas coloniales, algún palacio, tiendas como las de antes de telas y ultramarinos a tope con dos viejitos detrás del mostrador, peluquerías de grandes sillones donde te afeitan la barba y a los niños les mojan el pelo para hacerles la raya a un lado, mercados con un fuerte olor a carne, indias con sombrero sentadas en el suelo vendiendo verdura, fruta o una oveja, iglesias blancas, casas de colores.

Cogemos un taxi hacia la terminal. El taxista nos dice que el tren ya no se usa. Sólo se mantiene la línea Quito-Latacunga para los turistas, el fin de semana, mucho más caro que el bus. Por 3,50 USD una viajera nos lleva a Ambato, una ciudad mucho más grande y activa, pero más fea.

El hotel recomendado es un poco más caro, pero más alegre e incluye wifi y desayuno. Comemos un poco más de lo mismo con otro tipo de arroz. Visitamos museos, iglesias y una pelu para Beni mientras yo sigo paseando.

Al atardecer nos vamos en bus a Pelileo. Hay un niño de cinco años de copiloto que grita desde la ventanilla ¡Pelileo, Pelileo, suban! De allí vamos a un alto a dos kilómetros desde donde se ve una inmensa montaña cónica y arrugada terminada en un corte curvo: es el volcán Tungurahua. Creíamos que tendríamos que esperar a la noche para ver alguna fosforescencia rosada, pero lo que vemos es una gran columna de humo denso que se va disolviendo y formando nubes. Todo el valle verde y esta fábrica de humo a la luz rojiza del atardecer es un espectáculo impresionante. Muy muy.



Volvemos en el coche de un señor que lleva un niño de tres años en el asiento de al lado. Se le duerme y tiene que sujetarlo con una mano mientras conduce con la otra. ¡Menos mal que Pelileo está cerca! En el autobús de vuelta una chica con gorrito forma una madeja en un palo tirando de un hilo que saca de un pegote de lana. Me dice es de borrego. No pierden el tiempo.

Cenamos café con leche con unas tortitas de maíz a la plancha, riquísimas con ají, unas pastas y fruta. Hay un cartel que dice: Todo billete falso será perforado. El mejor de hoy lo leí en Pelileo: Se balancean chanchos. Bueno, finalmente terminamos en el hotel balanceándonos a lo chancho sin rulimanes retenedores.

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