martes, 13 de septiembre de 2022

yoko y masahisa fukase




    
El fotógrafo japonés Masahisa Fukase fotografió casi exclusivamente a su esposa, Yoko, hasta la ruptura de su matrimonio. Ella, tras abandonarlo, dijo: Vivimos juntos durante 10 años, pero él únicamente me vio a través de la lente, y estoy convencida de que todas las imágenes donde aparezco son, incuestionablemente, fotografías de él mismo. 
    Luego fotografió obsesivamente a los cuervos, como símbolos de su dolor, un claro reflejo de su lamentable estado emocional. En la mitología japonesa los cuervos pertenecen a una especia de sujetos sobrenaturales llamados tengu. Es una figura de mal agüero, impredecible y peligrosa. 
    
Los fotografiaba con un súper tele desde la ventana de su estudio. Tomo Kosuga explica que Fukase se levantaba todas las mañanas y, en lugar de verse al espejo, fotografiaba cuervos porque él mismo se había convertido en un cuervo. Estas fotos de cuervos las publicó en un libro titulado The Solitude of the Ravens (La soledad de los cuervos), uno de los más celebrados de la historia de la fotografía.

    En 1991, publicó otro libro titulado Family (Kazoku), su álbum familiar, un motivo de reflexión sobre lo efímero de la existencia, la transitoriedad de nuestra existencia y la insignificancia del ser humano, a través de un estilo donde la performance acompaña al acto de fotografiar y la oscura melancolía se aligera tras el humor procaz. En su introducción, reprodujo el dicho heraclitiano del asceta japonés del siglo XIII Kamo no Chōmei, en Pensamientos Desde Mi Cabaña, que reza: El fluir del río es incesante, pero su agua nunca es la misma. Las burbujas que flotan en un remanso de la corriente ora se desvanecen, ora se forman, pero no por mucho tiempo. Así también en este mundo son los hombres y sus moradas.

    Al año siguiente caería fatalmente por las escaleras de su bar favorito, dejándolo en coma durante 20 años, hasta su muerte en 2012. Yoko lo visitó dos veces al mes durante su largo limbo, aunque, lamentablemente, él no se habría dado cuenta de su presencia.

Akira Hasegawa dijo sobre él que si hay un tema subyacente en el trabajo de Fukase, es una sensación de incompatibilidad con todo en la vida cotidiana. En mi opinión, Fukase nunca pudo encontrar compatibilidad o armonía en sus relaciones con mujeres o con sus amigos cercanos. Cuando veo las fotografías de gatos de Fukase, me hace creer que fotografió a gatos y mujeres de la misma manera: sin emociones. Para él, no había diferencia en estos dos sujetos ya que ambos existían fuera de su propio mundo interior, un mundo que no tenía lugar en la sociedad tradicional japonesa. Fukase era un alma extraviada.

Puedes ver muchas de sus fotos AQUÍ.

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