Cogemos la autopista hacia Cáceres. Paramos en Trujillo, que celebra en su plaza la fiesta del Chíviri, una especie de romería urbana en que se visten con refajo y chambra y llevan la comida. El grupo Pizarro ameniza la fiesta con un popurrí de canciones de la infancia y pasodobles. Nos tomamos unas cervezas con unas tapas en un chiringuito y nos sentamos en las escaleras de esta impresionante plaza para disfrutar de la alegría de la fiesta y dibujarla.
Después de un buen rato dibujando cabecitas y ventanas, nos vamos a Cáceres, descargamos en nuestra nueva casa y comemos en la Plaza Mayor. Paseamos por la ciudad antigua intramuros sin ánimo de enterarnos de todo sino observar. Anoto pequeños detalles en mi cuaderno: gárgolas, escudos, animales extraños, torres, iglesias, dibujos de los frisos. Finalmente, descansamos en una terraza mientras el sol va perdiendo sus rayos masticados por serpientes. Entonces nos levantamos y caminamos despacio hacia la cama.
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