viernes, 6 de abril de 2018

castelo de vide, una playa en el tajo y llegada a abrantes





Nos despedimos de Ana y su hermosa estación y luego paseamos por Castelo de Vide, famosa por su aguas minerales, hasta que la lluvia nos corta el rollo. Sus tortuosas calles medievales, sus fuentes, la ciudad intramuros, el castillo, puertas góticas de granito y macetas por las calles. La Judería y la Sinagoga, que ahora es un museo sobre los judíos en la ciudad, los hermosos logotipos de las joyas. Empapados volvemos al coche. Los paisanos siguen de charla desde que dejamos el coche.

Agua y más agua cae del cielo. Esta cortina da un aspecto romántico al castillo medieval de Belver, encaramado a un monte y que mira hacia el Tajo dejando en la falda, medio escondido, el pueblo. Bajamos una tortuosa carretera hasta llegar a la corriente. Aquí hay una playa fluvial que llaman Alamal. Sale el sol y todo recupera sus alegres colores: el verde brillante de las hojas que están saliendo, los patos, algún barco, la arena y unos cisnes de plástico que sirven para pasear a pedales por el río. Comemos un riquísimos bifes de porco a la brasa con patatas. Las vías del tren pasan por la otra orilla. Descansamos.

Por la tarde, llegamos a Abrantes. Nos muestran la residencia donde nos hospedaremos, una casa pegada a lo que fuera el cuartel de bomberos (lo que fuera la casa del jefe del cuerpo) que ahora se utiliza como galería. Nos damos una vuelta. Casas desvencijadas y desconchadas se alternan con otras arregladas. Caserones de terratenientes y vieja nobleza con nuevos edificios públicos. Muchas plazas y pocos cafés clásicos. Azulejos en la paredes, calles adoquinadas. Nos entretenemos en la tasca de Antonio Paulus, un clásico para beber botellines Sagres con algo de picar, lo que ellos llaman petiscos. Alguien tomado quiere que disenhe seus nenos, pero no hoy, le digo.

Compramos tabaco en O Pelicano. Nos cenamos el menú y luego surge un problema con la tarjeta. La familia de al lado nos ayuda. De esta forma nos enteramos que a ellos les cobran el menú a 6 euros y a nosotros a más de 9 y que no tienen problemas morales estafando a los turistas.

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