domingo, 15 de abril de 2018

primavera en abrantes










Cuando desayunamos hoy en el patio bajo este ansiado sol con toda la vega verde de fondo, con sus pequeñas casas y las colinas al final del todo, nos damos cuenta de lo frustrante que ha sido nuestra estancia en esta ciudad. Con este sol todo es distinto. La casa está seca y luminosa, la gente, que creíamos desaparecida, bichea por las calles, la ciudad tiene un aspecto saludable. Apenas si he podido dibujar fuera y lo he hecho a partir de fotos oscuras y húmedas. Odio dibujar de fotos, lo hago mal y a desgana, solo por cumplir. Lo he hecho con acuarela que requiere una buena mesa. Pero no es lo mío. Lo mío es dibujar deprisa la vida de la ciudad. El resultado es que la lluvia constante ha conseguido una Beni asqueda de tanta agua y un menda agobiado.

Aprovecho el día para hacer lo que no he hecho. Terrazas y bares están llenos de gente. Saludo al alumno aventajado Helenio, que me invita a un estudio de animación en que él dibujará. Por la tarde voy a un taller de Nelson Paciencia sobre los cuadernos de viaje con dibujos y textos al cincuenta por ciento. Nelson es un tío simpático, me cae bien. Además, sabe comunicar. Me cuenta que quisiera escribir un buen libro, no un libro cualquiera, un libro brillante que destacase entre la mediocridad que se vende en las librerías. En el taller está aquel chaval que hacía ilustraciones científicas. Se habla de las cualidades que ha de tener un texto, pero no oigo nada sobre ese punto de humor.

Cuando llego al local llamado Chiado, que acoge la Associaçao de Desenvolvimiento Cultural Palha de Abrantes, encuentro una batería dispuesta a ser tocada y un bar con las paredes llenas dibujos preciosos, brutos, y letras de colores. En la primera planta Helenio mueve polvo de grafito con un pincel sobre un cristal haciendo que una cara se transforme. Metamorfosis. Increíble cómo se maneja. Encima hay una cámara de fotos que controla Ícaro, un profesor artista multidisciplinar que lleva siete años viniendo de Oporto a hacer talleres con los chavales. También está Daniela, con una chaqueta peluda color fresa ácida. Me enseñan un texto poético sobre un gran árbol que servirá de base para la animación. Yo pienso en el fresno de Pego y Helenio ¿en un baobab?.

Todo lo que hemos podido hacer aparece sobre nosotros. Cuando lo dábamos todo por perdido, en el penúltimo día. Nos despedimos de la taberna de Antonio Paulus, hoy llena de gente joven, con una rápida panorámica. Que todo siga, que todo se acabe. La cuesta se pone difícil en el último tramo. Allí arriba mi 4L ha encontrado una pareja. Dentro del otro 4L hay dos tortolitos besándose. Dibujaría ambos coches desde atrás a contra luz de la farola del cuartel de bomberos y, como si fuera un ejercicio para Nelson, lo titularía: Parejas.

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