Este desguace resulta caro en el llamado mundo desarrollado, donde hay leyes contra la contaminación y el trabajo esclavo. Se buscan países de mano de obra barata y donde no existen controles de las condiciones de trabajo, edad laboral, contaminación... Su desmonte es duro y difícil, están fabricados para soportar condiciones extremas y frecuentemente con materiales tóxicos como plomo y amianto. Por lo que suele hacerse en países como Bangladesh, India o Pakistán. Especialmente en Bangldesh, donde la mano de obra está tirada y la supervisión estatal es mínima. 194 barcos se desmantelaron allí en 2013.
Aunque depende del precio de acero, el desguace de un gran carguero puede dar un beneficio de un millón de dólares en Bangladesh frente a unos 200.000 en Pakistán. Se recicla más del 90% del barco.
El proceso empieza con el varado del buque en una playa a cargo de un capitán especializado. Después se revenden combustible, aceite de motores y productos químicos anti incendios. Baterías, distribuidores, generadores, cableado, literas, ojos de buey, botes salvavidas y diales electrónicos del puente. Seguidamente maquinaria y accesorios hasta dejarlo en el casco de acero. Entonces entran los obreros más pobres de Bangladesh con sus sopletes de acetileno para cortarlo en pedazos.
Es un trabajo que envenena las playas y mata. Es fácil ser aplastado por alguna de esas piezas gigantes. Muchos de ellos tienen cicatrices profundas de cortes y quemaduras. Muchos niños siguen trabajando como ayudantes. Los accidentes son muy comunes, pero sus vidas no valen nada.
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