miércoles, 31 de julio de 2013
diario del 78
En 1978, llevaba siempre esta pequeña libreta en el bolsillo de atrás del pantalón. Llenó muchas esperas de divagaciones adolescentes que carecen del más mínimo interés, acaso algún intento de descripción de un sueño.
Como Papini, y Borges en su erudito copieteo, vuelvo al jardín de mi juventud, donde me espera el crío más pesado del mundo deseando que volviera para contarme sus sentimientos, sus tonterías, sus más estimadas gilipolleces.
Pero yo solo soy capaz de valorar el paso del tiempo: cómo los árboles han crecido, la fuente se cubrió de moho, el niño envejeció, las hojas de la libreta se pusieron amarillas, los bordes del cartón se desgastaron y la vida va pesando. Tiro la libreta a la basura y abro la puerta de otro jardín.
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