No logro dormir más allá de las siete. Me siento apaleado y sigo pensando en el trabajo. Pasamos a Francia y nos desviamos a la playa. Cruzamos Las Landas, grandes pinares plantados para retener las dunas. Tras una inmensa, baja la arena fina hasta el mar. Grandes olas en la Costa de la Plata. Surfistas. Luego granjas rebonitas y colocadas, con su estructura de madera vista. La hierba recién cortada y todo colocado en su sitio.
Nos cuesta llegar al hotel de Burdeos, muy cerca de la biblioteca municipal y la pista de patinaje. Bajamos el hospital, alucinante edificio, hasta St. André y el Hotel de Ville, y la peatonal hasta el Grand Théatre (y enfrente esa casa de vinos). Hay música en la entrada y show de actores disfrazados. Recorremos el Garonne hasta el Palacio de la Bolsa. Las callejuelas hasta Nôtre Dame y luego por el gran parque hasta le quartier des Chartrons, con casas pequeñas y antiguas, con pequeños restaurantes y otros negocios. Llegamos hasta el puerto y subimos otra vez al Hotel de Ville. Cenamos en la calle, en la terraza de Le Rohan, magret de canard y asiette de catre fromages. Ambiente agradable, jovencito. Muy buena temperatura. Unos cuantos mosquitos jodones. Demasiado vacía para ser una gran ciudad.
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