Otra vez en el tren, camino de Las Rocosas, ahora en clase económica. Los asientos están muy bien, muy separadas las filas. La gente es más joven en esta clase. Llevan sus propias mantas y merenderas con comida. Con tanta gente, el vagón parece una de esas casas comunales de los indios iroqueses. Seguimos viendo abetos y lagos preciosos, que el tren rodea en sus orillas. Wabamun y Chip lakes. A partir de Entrance seguimos el río Athabasca y entramos en el Jasper National Park. El camarero llama al primer turno de comida.
Un tío simpático pelirrojo, que se subió en Edmonton con dos niñas guapísimas, lleva una bolsa de picotas que va ofreciendo a todo el mundo. También ofrece unos caramelos de colores en un bote de plástico. Son como aquellas pastillas de leche de burra que vendía el Monico por un patacón.
En Jasper alquilamos un Plymouth Neon y nos disponemos a la aventura.
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