viernes, 20 de abril de 2012

macarella y macarelletta


 Hacemos el camino de caballos hasta Cala Macarella. Las cuevas de la cara oeste están habitadas. Las mesas tienen sus manteles de hule, junto a la catalítica. La cocina está separada con unas cortinas. Dibujo esta vista casi aérea de la cala. Sentado aquí arriba, las gaviotas casi me tocan.

 El camino estrecho nos lleva a la Macarelletta, una playa pequeña y encajonada de arena finísima y agua azul turquesa limpia limpia. Las olas rompiendo, las gaviotas. Hace calor, me meto en una cueva fresquita que tiene un tronco para sentarse. Llega una barca con una pareja. Ella se quita la parte de abajo del biquini y se deja la camiseta, tiene el culo respingón. Se acercan a la orilla. Ella se quita la camiseta, baja al agua y tira de la barca. Baja él, también desnudo, y se tumban en la playa. Luego aparece un club ciclista de montaña. Aparcan las bicis, se desnudan y se bañan.

Paseamos por el Barranco, que tiene un camino apacible y hermoso. Todo frondoso lleno de pinos, encinas, lentiscos y chopos que le dan un toque blanco. Caminamos entre dos paredes ciclópeas en capas de milhojas blancas y un toque verde. Y como guinda, crestas de pinos verdeoscuros. Sorteamos los grandes charcos de la semana pasada, oyendo pájaros. Hacemos y deshacemos hasta Macarella. Subimos las escaleras de madera y luego las bajamos. Ya no paramos hasta Cala Galdana. Los bares están cerrados, preparándose para el gran pistoletazo del 1 de mayo, en que viene la gente y esta línea de buses empieza a funcionar.
Moisés me llama para que acelere el curro, creo que le sienta mal que esté aquí. Pues a mí me está sentando de maravilla. 

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