La popularidad de Sangre derramada, de la sueca Asa Larsson, ha metido en los cocos este pueblo sueco en el Círculo Polar, nacido de su famosa mina subterránea de hierro. En 1993, cuando lo visitamos, tenía 26.000 habitantes, ahora muchos menos. Supongo que en la novela aparecerá su iglesia de madera (el occiso es de sacerdotisa) , su Ayuntamiento de premiada arquitectura, el Museo del Fundador, su sol nocturno, su lago Luossajärvi, los halcones y los renos, los lapones y la Aurora Boreal; pero lo que no puede faltar en novela policíaca que se precie es el bar. Su bar americano (en decoración y concepto de refugio de borrachos) caro carísimo. Todo era de madera y los pocos clientes bastante latosos (bastante tomados). No había muchas cosas que hacer por la noche en este pueblo frío lleno de árboles de colores y casitas de madera pintada echando humo.
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