Cuando pienso en el cuaderno de viaje, pienso en los libros de este famoso fotógrafo y documentalista francés. Esa visión íntima de un viaje, en que las imágenes externas producen un viaje interior. Con esa mirada honesta a los detalles que nos llaman, sin artificios estéticos.
No reproduce un lugar sino las emociones que el lugar le crean. Y construye un todo que no es la suma de fotos, como debería ser un cuaderno. Pasar las páginas supone repasar momentos más que sitios, con ese aire nostalgico del tiempo vivido. Difícil tarea.
Algo de lo que carecen todos esos blogs de cuadernistas (no sus cuadernos) pues sólo muestran dibujos y no la totalidad. Como el que lee sólo un verso de un poema.
Yo, que conozco su obra desde hace mucho tiempo (gracias a Felipe), creo que no he aprendido de él, que debería acordarme cada vez que empiezo uno de mis viajes de papel.
Las fotos que reproduzco son de Shanghai y el Hotel Martínez de Cannes, dos lugares que he visitado, extraídos de su libro Hivers. Toda su obra es muy interesante, algunos de sus libros pueden repasarse aquí.
De esto habló Toña en su charla sobre su idea del cuaderno de la que hablé aquí.
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