Hoy visito las antiguas minas de los alrededores. Minas ya cerradas, en ruinas. Sólo unas paredes para recordar un duro trabajo, quizás tiempos mejores de este pueblo.
De la carretera del Hoyo sale un buen camino, que lleva a Encinarejo, casa de Cañas, y vuelta a Mestanza entrando por el paseo.
La primera mina que encontramos es la de la Perdiz. Paso la puerta de la finca. A penas si queda algo en pié. Se acerca el dueño con gorrilla, bigotito y pantalón de cintura alta. Estoy dibujando, sólo eso. Me cuenta Eugenio, que tenía su propia fundición de plomo.
Un poco más adelante pasamos por la Mina del Burcio y la Colada del Burcio. De la mina aún quedan restos como la chimenea, la central eléctrica y el pozo.
La del Encinarejo está vallada fuertemente y es imposible acercarse. La dibujo desde la valla. Me comentan que se puede llegar a ella pasando el volcán de la Cayetana y cogiendo un desvío a dos kilómetros y medio.
La Mina de la Gitana se ve desde el camino que cogí para subir a la Alberquilla. Demasiado lejos para dibujarla. Está vallada. Imposible pasar.
Me hablan de una mina muy cercana al pueblo, por el camino del arroyo de los Huertos, la Molinera, que la llevaba Don Fabián. Allí trabajó un poco tiempo Graciano, el padre de Beni, y también Eugenio, que me cuenta que no había electricidad y se generaba quemando carbón para calentar agua. El vapor movía una turbina. Él también trabajó allí. Me acerco paseando. Sólo queda un depósito, que dibujo, y restos de una torre caída.
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