Las Negras es la barriada de Níjar más construída, cambiada, edificada y machacada del Parque Natural. Uno se pregunta qué leyes permiten hacer esto. Aquí se ha construído el único centro comercial del parque y está llena de urbanizaciones que apenas si se usan los fines de semana. No obstante, la zona baja sigue siendo como ese pueblecito de pescadores que fuera antes.
Aparcamos frente al restaurante La Palma, un clásico de la zona. Durante mucho tiempo el único que no era una simple casa de comidas. Gracias al desnivel, tiene un sótano que abrieron como bar, La Bodeguiya, con unos taburetes y mesitas de madera desde los que disfrutar de la bahía con su playa de chinatos negros, algunos pescadores a caña, el Cerro negro con sus heridas abiertas y el sol, nuestro cargador de baterías.
Aquí hay gente tranquila, que habla despacio, lee el periódico y se bebe unas cañas. Aquí se disfruta sólo estando. Pero yo tengo que joderlo y dibujarlo.
La rambla es un vergel. Hay palmeras, higueras y huertas. De aquí parte el proyecto de carretera que va rodeando la costa hacia Aguamarga. Es un camino ancho tan lleno de pedruscos que la gente ha hecho un delgado sendero paralelo. De la obra han quedado las paredes bruscas y grandes piedras con agujeros para los cartuchos de dinamita. Las vistas de la costa abrupta con cerros de diversos colores y el mar transparente, es espectacular.
La subida es paralela a la rambla que forma el Cerro Negro. Podemos ver sus brechas negras que enseñan la andesita piroxónica, que le da este color tan oscuro y, seguramente, hayan dado el nombre a la barriada. Este camino se acaba en una bifurcación, arriba del todo, y hay que coger el sendero de la derecha. En algún punto estamos sobre los acantilados. Ya vemos el cortado gris azulado casi blanco de la cala de San Pedro. Y la gran cueva, con algunos moradores.
La bajada es un poco peligrosa con chinillas al borde del ostión. Allí abajo, está el agua transparente azulada que deja ver el fondo, luego el castillo de San Pedro, medio derruído, la rambla verde y boscosa y la playa hippie. Por la incursión de piratas, la torre se construyó en el siglo XVI y el castillo en el XVIII y tuvo una guarnición de hasta 25 hombres. En el sigloXIX, se desartilló y abandonó.
Hubo aquí una pequelña población de pescadores, agricultores y ganaderos. Ahora hay una pequeña comunidad hippie que vive en las viejas construcciones, en chabolas de madera, huecos del terreno, en tiendas de campaña o bajo los árboles. Los fijos tienen aspecto de mendigos, con la tez negra y envejecida y subsisten de la pesca, venta de artesanía o de comida (el agua baja de un manantial conducido a una fuente). Uno de ellos nos ofrece un crêpe por la voluntad. La playa está llena de perros que se bañan a sus anchas, y una colonia de gente pez que habla en francés, haciendo un corro tribal que dibujo.
Hay higueras, palmeras y una especie de árbol retorcido y viejuno que desconozco (pregunto y me responden: yo en jardinería estoy pegao). Junto a las casas/cuevas cactus de todas clases, chumberas, el palmito autóctono que no levanta del suelo, plantas aromáticas...
Damos una vuelta por la playa, nos comemos unos bocatas y volvemos para pillar la luz del atardecer. La subida exige, pero tampoco demasiado. En tres cuartos de hora, ya estamos en Las Negras. Precioso el valle de Rodalquilar a la vuelta. Parada en nuestro bar favorito. Cerrado. Es domingo. Duchita y San José. Allí recalamos en El Duende. Un bar muy agradable que han puesto en la plaza. Tiene buena música y ambiente agradable. Los sillones de plástico tienen publicidad de refrescos distintos y distintas cervezas, y son de muchos colores, como para jugar al parchís. Todas las mesas son distintas y están repintadas con motivos planos.
No tengo casi nada para ti:
las playas de San José,
el placer que el entorno desprende,
mi corazón
y los mojitos del duende.
(Peter Tosh.)
Más información sobre la cala de San Pedro y accesos aquí.
El árbol retorcido es un algarrobo.
Más información sobre la cala de San Pedro y accesos aquí.
El árbol retorcido es un algarrobo.
No hace mucho que estuve por Las Negras, y tus palabras y dibujos me traen la brisa, la calma y el paisaje del lugar. También la cervecita a la orilla del mar, hasta un buen tozolón que me pegué al bajar a San Pedro (subir y bajar¡¡¡)
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