El día es fresquito y todo esto está plagado de gente; pero aquí estamos en busca de una playa escondida que nos resuelva todo. En su excursión por los acantilados, Ana y los críos encontraron una pequeñita entre la Cala de la Media Luna y Cala Carbón. Su nombre no aparece en los mapas. Paseíto, bajada no apta para chanclas y allí está. Sin viento, con sol, arena fina y sólo dos mendas.
Hoy toca escultura. Ana hace un dragón con flequillo, una tortuga con caparazón de conchas y una cabeza dentada. Elvira hace una cabeza rodeada de muros para que el agua no la destruya. Y Martín hace un pequeño poblado que enseguida es atacado por las naves de la Guerra de las Galaxias que lo destruyen todo.
Este sitio está muy bien, ¿Cómo no lo habíamos descubierto antes? Tiene más profundidad y resulta ideal para bañarse, tiene muchas conchas y piedras redondeadas de esas que nos gustan, rocas para explorar y bucear, y apenas gente (fuera de temporada suponemos que nadie). Apuntar sitio para volver.
Nos bañamos a pesar del frío que hace y es que, realmente, hace más frío fuera que dentro. Y luego nos sentimos bien. Aprovechamos los últimos rayos de sol para controlar las esculturas de arena. Y nos vamos.
Luego, visitamos La Datilera, una bonita casa rural que ha hecho el otro socio del Pez Rojo, que también tuvo, en Madrid, el Suristán; aquel sitio tan cojonudo de la calle de la Cruz con mogollón de actuaciones de cubanos y africanos. Ahora se instaló aquí con su chica (Tatiana) y sus trillizos. Nos la enseña y nos bebemos unas cervezas. Es un tío tranquilo y de buen rollo.
En Rodalquilar, nos bebemos otras cervezas en El Cinto, el bar de Lola. Hoy está a tope. El camarero pregunta cómo se dice chorizo en inglés, para explicárselo a una pareja de guiris. Boquerones fritos y sardinas, rico todo. Una hamburguesa para Martín Pescador y carne para Elvira, ya de capa caída.
Vuelta espectacular, con todos los cerros silueteados en la noche reciente. La bajada en picado por el mirador de La Amatista y los frailes como dos tetas turgentes. El capitán Martín y su ayudante de vuelo, después de recordar el aspecto que tendrán ahora el dragón la tortuga y las cabezas, se quedan dormidos en su puesto. Unos extraños seres usaron, sin lugar a dudas, sus pistolas durmientes.
Los dibujos son de la punta entre la cala de La Media Luna y Calaqué, y Ana y Elvira esculpiendo en la playa de Calaqué.
Dibujos de la costa realmente inspirados.
ResponderEliminarMenudo goce.Me encanta la decisión de tus trazos, densos , rotundos.
Pues sí tenía nombre: Cala Chicré. Todas las playas del Parque del Cabo de Gata pueden verse en http://parquenatural.com/playas
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