Este periodo pictórico, silencioso y constante, contrasta con una etapa igualmente significativa de su biografía: la crítica cinematográfica y el periodismo. Sofía Morales fue cofundadora de Primer Plano, la primera revista española especializada en cine, un referente editorial que marcó a varias generaciones de espectadores.
La exposición se centra en su obra de paisaje, desarrollada en el entorno rural de Torrelaguna, un lugar que descubrió gracias a Loli Viudes. En ese enclave, donde se alza la Casa de Oficios (siglo XVIII), construida por el Conde de Cabarrús para administrar el canal y las tierras de la Vega de Uceda, Sofía Morales encontró un espacio de concentración, lejos del ruido urbano. Allí plasmó las estaciones, la luz cambiante, los surcos, los ocres del otoño, el frío del invierno. Un paisaje que contrastaba con el mar de su Cartagena natal, que dejó siendo niña al trasladarse a Murcia, ciudad donde se formó como pintora junto a Garay, Planes y su hermano Joaquín.
La muestra incluye obras de propiedad familiar, procedentes de la colección de Emilio Morales, sobrino de la artista y comisario de la exposición junto a Rafael Fuster. El conjunto refleja una mirada precisa, sin artificios ni pretensiones. Una pintura íntima que no fue su medio de vida, pero sí un compromiso vital. Como escribió la propia artista:
“Hice un gran esfuerzo por no defraudar a quienes creyeron en mí, a quienes me alentaron, a quienes me nombran.”
Francisco Umbral, que conservaba dos cuadros suyos en su dormitorio, decía que sus pinturas emanaban “una salud natural, vegetal, que mantiene quieto el aire de la habitación, el aire del mundo”. Ramón Gaya, tras su primera exposición en 1935 en el Círculo de Bellas Artes de Murcia, escribió en La Verdad que eran cuadros “sonámbulos, con un no sé qué de matinal con sueño”.
También Carmen Laforet valoró su originalidad, señalando que el arte no tiene sexo, sino categoría, y que el de Sofía Morales poseía “técnica, belleza y una originalidad propia”.
—Emilio Morales y Rafael Fuster, comisarios de la expo.Francisco Umbral, que conservaba dos cuadros suyos en su dormitorio, decía que sus pinturas emanaban “una salud natural, vegetal, que mantiene quieto el aire de la habitación, el aire del mundo”. Ramón Gaya, tras su primera exposición en 1935 en el Círculo de Bellas Artes de Murcia, escribió en La Verdad que eran cuadros “sonámbulos, con un no sé qué de matinal con sueño”.
También Carmen Laforet valoró su originalidad, señalando que el arte no tiene sexo, sino categoría, y que el de Sofía Morales poseía “técnica, belleza y una originalidad propia”.
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