De esta tierra roja se obtiene el almagre, que es el pigmento de óxido de hierro rojo arcilloso que se utiliza en pintura, muy abundante en la comarca, cuyo uso se ha extendido en la decoración de las fachadas y elementos arquitectónicos y que sirve para su protección de las inclemencias del tiempo. Es básicamente tierra rojiza que se mezclaba con cal y otros aglutinantes para crear una pintura con tonalidades que van desde el rojo intenso hasta el siena o anaranjado, dependiendo de la concentración. A menudo se utilizaban arcillas rojizas locales y resinas como la almáciga para elaborar el recubrimiento.
Al almagre también se le ha llamado almánguena, almazarrón, ocre rojo, hematita o hematites roja, tierra roja de España, piedra sanguínea o de sangre, almacre e incluso lápiz rojo, ya que antiguamente se lo usaba para hacer marcas y señales, como si de un lápiz de carpintero se tratase. El almagre es una variedad de ocre rojo, distinguiéndose de otros ocres rojos en que es enteramente natural. Históricamente se ha usado en arquitectura, pintura artística sobre diversas superficies, colorear cerámica, y también como pintura corporal. También en diferentes rituales de santería o ifa, wicca o rituales esotéricos de diferentes culturas y religiones. Aunque los hay de diferentes tonalidades, según la tradición, el color oscuro es el más usado.
En alfarería, se disuelve y cuela para preparar un engobe, que se aplica en la pieza semi seca (dureza de cuero), y que como característica principal tiene la propiedad de desarrollar un buen brillo al ser frotada con cuero, o pulida con piedra (brunir= pulir=frotar) para luego ser cocida a muy baja temperatura. La denominación actual más científica puede ser óxido de hierro hidratado. En la Escuela de Cerámica de La Moncloa se ha probado el rubial decantado para la sigilata con excelentes resultados.
Los mejores almagres son plásticos derivados de esquistos férricos (roca de hierro) rojo-negro estos esquistos de origen volcánico se descomponen por efecto de la meteorización e intemperie que fragmentan las micas y los demás silicatos inestables en partículas muy pequeñas menos de 5 micrones, y estas se acompañan de arenas férricas, muy finas (esfeno de hierro= oxido cristalizado) o granate= silicato de hierro, dándose de manera natural una mezcla reológica de entre un 40 y un 60% de cada elemento lo que le da las características naturales, de una papilla o engobe así cuando los alfareros solo consiguen almagres arenosos le tienen que agregar arcilla diluida. (lo que ocurre con el engobe negro de manganeso-hierro natural). Se compone de silicatos de aluminio (arcilla) y cuarzo, coloreados por un pigmento mineral: la hematita, que es un óxido de hierro deshidratado (Fe2O3).
El almagre se conoce desde el amanecer de los tiempos. Existe una extensa literatura sobre él: en infinidad de pinturas rupestres antes de que en el Neolítico nos encontremos los primeros indicios del uso cerámico de este pigmento, con la denominada cerámica a la almagra, se encontró en tumbas, a menudo aplicado a huesos, guijarros o como pigmento en ofrendas. Su color rojo vibrante se vinculaba simbólicamente con la sangre y la vida, y en algunos casos, con la regeneración del difunto. En la Cultura del Vaso Campaniforme y en algunos rituales mágicos en tierra germánica se utilizaba en lugar de la sangre para tintar las piedras sagradas. Se usó también en algunas ceremonias funerarias como en Tartessos. En Egipto se utilizaba para colorear los labios y obviamente, debidamente molido, se utilizaba como pigmento en general. En la región sudamericana se lo conocía como Puca Alpa. Utilizado en tierras andinas para la pintura corporal, al igual que el bermellón (el rojo cinabrio dela Reina Roja, princesa maya descubierta en Palenque), su presencia en la cerámica precolombina y la pintura colonial fue muy extendida, como base de otros colores o mezclado con ellos.
En Tlatilco, estado de México, un sitio del Preclásico, se han encontrado algunos de los ejemplos más antiguos del uso de hematita. Ahí se localizaron pequeñas vasijas con fragmentos de ese material, así como los metates en que se molía. En Guerrero se localizaron vasijas de estilo Tlatilco con restos del mineral. De allí proceden figurillas que indican que desde esa época el rojo se utilizaba para adornar el cuerpo. En algunos entierros los cuerpos estaban cubiertos de rojo; aunque no se ha determinado el mineral, no sería extraño que fuese cinabrio. Los rojos en códices mayas –como el Madrid– fueron hechos con hematita. Se podía utilizar para pintar sobre textiles, si bien se deslavaría con el tiempo. En la cueva de La Garrafa, Chiapas, se encontraron prendas con restos de pintura hecha con hematita.
Según el Covarrubias, la usaban los aserradores y carpinteros para señalar las líneas, desatándolas en agua. Nebrija lo define como barro para teñir, y como pintura solo especifica el nombre de ochra oe (ocre), a la almagra quemada, lo que nos puede indicar el segundo refinamiento a dicha materia, la calcinación (calentamiento de una sustancia a temperatura elevada, pero por debajo de su entalpía o punto de fusión, para provocar la descomposición térmica o un cambio de estado en su constitución física o química). El nombre en latín que se suele usar para el almagre es Oxidum rubrum ferri.
Se halla en forma natural en la tierra y en laderas de montes, donde las arcillas férricas se descomponen por acción de los elementos. Las localizaciones más destacadas de España en la actualidad están en Alhaurín de la Torre, Cártama, Benalmádena y el de mejor calidad en Tolox, en Málaga.
Sociedad y mundo funerario en Tartessos. Escrito por Mariano Torres Ortiz. Página 68.
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