Conocido principalmente por sus ilustraciones de libros, grabados y pinturas, Doré se dedicó a la escultura al final de su carrera. En 1871 comenzó su aprendizaje en modelado y exhibió su primera escultura en el Salón de 1877.
Este relieve de yeso es la segunda versión de una escultura inspirada en su pintura de 1879 de la Muerte de Orfeo. Doré utilizó el mismo fondo y composición en ambos relieves; sin embargo, aquí el Orfeo muerto está ausente y las figuras femeninas del bosque no están armadas. Ha representado una danza báquica de las Ménades, seguidoras de Dionisio, dios de la religión órfica, que en un frenesí delirante mató a Orfeo. Este relieve puede haber tenido la intención de servir como decoración arquitectónica. Sus dimensiones son: 120 cm (alto) x 196,1 cm (ancho) x 25,1 cm (fondo). Puede contemplarse en el Museo de Bellas Artes de Boston.
En el relato mítico de la muerte Orfeo, las ménades lo despedazan por rechazar el culto a Dioniso en favor del culto a Apolo, identificado con el sol. Según otras fuentes lo hacen afrentadas por su misoginia, sustituida por homosexualidad. De una forma similar, en la tragedia de Eurípides Las bacantes, éstas descuartizan al rey tebano Penteo por prohibir éste el culto a Baco, primo suyo, por cierto, y negar su divinidad. Se dice que de los taburetes donde estaban sentadas empezaron a brotar hiedra y vid y del techo manó leche y vino, al tiempo que resonaron en los aposentos los rugidos de las fieras mezclados con el sonido de las flautas y tamboriles. Asustadas, las Miníades enloquecieron, y en pleno delirio confundieron con un cervatillo al pequeño Hípaso, hijo de una de ellas, y lo descuartizaron. Luego, coronándose de hiedra, corrieron a la montaña a reunirse con las demás mujeres.
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