miércoles, 31 de marzo de 2021

marhuenda

De los periodistas se esperaba ahora que entretuvieran, no que informaran. Y en este nuevo escenario nadie competía, en presencia o caché, con Paco Marhuenda, erigido en la gran estrella de lo que los mexicanos llaman la "comentocracia". El expolítico del Partido Popular dirigía "La Razón" y había firmado algunas de las portadas legendarias del "Nuevo Periodismo" español. Una de ellas revelaba una encuesta que daba como ganador en unas hipotéticas elecciones generales al exministro franquista Manuel Fraga, que llevaba cinco años muerto.
Marhuenda era el patito feo que seguía la estela de los Tres Tenores de la información, Cebrián, Jota y Ansón, pero aunque se esforzaba en imitarlos, carecía de su carisma o consideración. A cambio ofrecía al Gobierno una entrega sin condiciones que le abría todas las puertas y que en nuestro país incluso iba acompañada de cierto estatus. El ministro del Interior, Jorge Fernández, mi frustrada garganta profunda en el caso Isabel Pantoja y fontanero jefe de Las Cloacas del Estado, le había nombrado comisario honorario de la Policía Nacional; Rajoy lo recibía en Moncloa con los brazos abiertos y el IBEX patrocinaba sus eventos, concediéndole prioridad en Los Acuerdos. El comisario participaba en una media de ocho tertulias semanales y a mí aquello me producía asombro, porque yo solo iba a dos y me angustiaba estar quitándole tiempo al diario. Ni siquiera cuando se difundieron grabaciones en las que se jactaba de manipular su periódico para presionar a políticos -"ya nos hemos inventado una cosa muy buena para darle una leche", decía de  la presidenta de Madrid, Cristina Cifuentes-, el último de los "ministroperiodistas" perdió su posición en los platós.
-Yo creo en el periodismo ideológico -me dijo en una ocasión, en un receso publicitario del programa de Carlos Ansina en Onda Cero.
Y al escucharlo pensé que quizá El Cardenal se había equivocado (al nombrarme director de El Mundo) y que su hombre era Marhuenda. Un personaje sin talento para la política o el periodismo, pero que había fusionado ambas especialidades hasta convertirse en el favorito del poder y estrella del circo televisivo, donde era arrojado a la arena del periodismo de entretenimiento para que riñera con tragasables de la izquierda, que también los había en abundancia, y el espectáculo no decayera. El Comisario era el tipo de director que demandaban los tiempos.

David Jiménez, exdirector de El Mundo, en El Director, Libros del K.O. Madrid 2019.

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