domingo, 27 de octubre de 2013

viaje a valencia en 2006







Llegamos a Almansa a las diez. Nublado. Desayunamos en el Miguel rodeados de curritos almorzando como es debido. Mientras Pablo sale al recreo, visitamos la ermita que usan de Centro de Interpretación de la Batalla de Almansa, donde un barbudo nos la explica señalando con una vara una gran reproducción del famoso cuadro de las Cortes de Valencia. Otro café con Pablo, que nos presenta al alcalde, que me dice que me he hecho famoso desde mi expo de los cuadernos. Luego nos acompaña a ver la copia del cuadro de la Batalla que hay en el Ayuntamiento.

Visitamos el mercado y tomamos algo en el bar. Lo lleva Lucía, que acaba de tener un bebé y que entretiene la abuela en la carnicería de enfrente. Comemos en Los Cuchillos. Los espárragos están pasados y ha perdido su encanto.

Vamos en bus, el paisano de enfrente tiene melenas en las orejas. Ya en la estación de Valencia, pillamos el 8 a la plaza de toros. Cerca está la casa que nos ha prestado Concha, que está en un edificio modernista y que apenas si han tocado. Suelos de losetas pequeñas con muchos colores, arcos, lámparas y muebles antiguos y un gran patio. El baño es completamente original. En esta casa apetece vivir.

Paseamos hasta la plaza del Ayuntamiento por calles peatonales con terrazas. Allí también está el edificio de Correos. El mercado, la Lonja de la Seda del siglo XV (patio-jardín, columnas góticas helicoidales, madera policromada). Majestuosa Catedral donde, para nuestra sorpresa, una orquesta toca y los coros cantan como ángeles eso de Gloria, Gloria, Gloria in excelsi Deo de Bach, llenándola como si fuera humo.

Bodegó de la Sarieta, Bodegas Baviera, las terrazas de la Plaza Negrito, donde parece que está la marcha nocturna. La Plaza de la Reina, con la Puerta de los Apóstoles, la heladería El Micalet, la Iglesia de la Virgen de los Desamparados, los patios góticos de la calle de los Caballeros y sus callejones. Teatre Talia, la Plaza del Correo Viejo con una fuente en el centro. En la Plaza Lope de Vega un yonki (?) canta rumbas a lo Camarón con una guitarra a lo Peret y con un ritmo endiablado. Después, los rumanos nos tocan con el acordeón Extraños en la noche, sin pasión, en el Café del mar con un gusto intenso al verde de sus habitas.

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