Artritis reumatoide, me dijo mi hermana entonces, una enfermedad que no le dejaba subir los brazos y que le haría comer muchas pastillas el resto de su vida. Yo traté de sentirme ágil entonces en la ducha. Entonces vino el pantalón perfecto que encajaba perfectamente con la camisa y parecía que de golpe todo iba por el buen camino. A pesar del tubo que atravesaba mis costillas y la artritis reumatoide de mi hermana Pilar.
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